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Arqueología de la relación transcultural de al-Andalus con la Provenza y la República
de Pisa (siglos X-XI)

Moḥammâd Ballan, en su artículo, Fraxinetum: an islamic frontier state in tenth-century Provence1, efectuó una documentada síntesis de las fuentes latinas y árabes, así como de las diferentes líneas o posicionamientos historiográficos sobre el establecimiento islámico de Fraxinetum en la costa de la Provenza francesa, entre los años 894 y 975, al que remito para su consulta y en el que pone de manifiesto como la mayoría de las noticias proceden de tres tipos de fuentes latinas, entre las que destaca la Antapodosis de Liutprando de Cremona (ca. 963), como ya recogiera P. Sénac2, y de dos obras geográficas árabes contemporáneas, el Kitâb al-Masâlik wa-l-mamâlik de al-Iṣtaḫrî (ca. 950) y el Ṣurât al- ̒Arḍ de Ibn Ḥawqal (ca. 960), en la que lo denominan como Ǧabal al-Qilâl y, sobre todo, en la crónica de cronología posterior a los sucesos históricos, en concreto, en el tomo V del Muqtabis de Ibn Hayyân (m. 1076)3, documentación sobre la fundación de Fraxinetum ya recogida con antelación por J. Lirola en su obra “El poder naval de Al-Andalus en la época del califato Omeya”4.

Situación muy diferente es la que nos encontramos a la hora de analizar los posibles contactos o relaciones entre al-Andalus y los territorios costeros del mar Ligur, en concreto, con la República de Pisa a finales del siglo X y a lo largo del siglo XI, ya que prácticamente son contadas las referencias documentales en las fuentes latinas y casi inexistentes en los textos árabes. Dificultad reconocida por la propia Catia Renzi, en su artículo “I rapporti Pisa-Spagna (Al-Andalus, Maiorca) tra l’VIII e il XIII secolo testimoniati dalle fonti scritte”5 y como se comprueba en la obra de recopilación de textos medievales sobre Pisa, de la propia Catia Renzi escrita con Michele Campopiano y supervisada por el propio M. Tangheroni, intitulada: Pisa e il Mediterraneo. Antologia di fonti scritte dal secolo VII alla metà del XII6. Escasa documentación confirmada y ampliada por la investigadora de la lnstitució Milá i Fontanals de Barcelona, Mª Teresa Ferrer i Mallol, en su estudio sobre la navegación, puertos y comercio en el Mediterráneo en la Baja Edad Media7.

La escasez de documentos y de noticias escritas sobre estas relaciones de finales del siglo X y principios del siglo XI entre el califato omeya de al-Andalus y las posteriores taifas con los reinos y territorios cristianos del Mediterráneo noroccidental constituye un hándicap difícil de superar que ya fue puesto de manifiesto por Olivia R. Constable8, como así también lo afirmaban el profesor Marco Tangheroni9 y el propio Pierre Guichard en su libro sobre al-Andalus y la Sicilia musulmana10. Visión compartida en la reciente obra de C. Picard: La Mer des califes. Une histoire de la Méditerranée musulmane11.

Al-Andalus y los reinos cristianos
de la Provenza y del mar Ligur

Las contadas noticias e informaciones aportadas por las fuentes latinas y por las árabes han permitido, por lo menos, el construir una básica secuencia histórica de las relaciones entre al-Andalus y los reinos cristianos de la Provenza y del mar Ligur, desde finales del siglo IX hasta la primera mitad del siglo XI.

Cuadro cronológico que tendría su inicio en la formación de una ruta de puertos a lo largo de la costa norteafricana, llevada a cabo por aquellos marineros de Pechina que salieron de al-Andalus a mediados del siglo IX y fueron capaces de adueñarse de la isla de Creta (823/827) y de participar con los Aglabíes en la conquista de Sicilia (831)12. Ruta que enlazaba el puerto egipcio de Alejandría con la Península, partiendo de la fundación de establecimientos de mercado en la cercana Minâ’ al-Andalusiyyin, siguiendo por Marsâ l-Andalusiyyin, cerca de la isla de Yerba y en la tunecina Tabarka, por la costa argelina en los puertos de Marsâ Ibn al-Ilbîri cerca de Bona, en Bugía, en Marsâ l-Daǧǧâǧ cerca de Argel y fundando el puerto de Tenés (875), hasta el puerto de Pechina (Almería) (884), y completada la ruta con la instalación en el puerto de Orán (902), siguiendo los datos del geógrafo onubense del siglo XI, al-Bakrî13.

Fig. 1.Ruta abierta por los marineros de Pechina, desde Alejandría hasta Fraxinetum (875-905) (©R. Azuar).

Marineros andalusíes que tras fundar e instalarse en Pechina en el 884 fueron consolidando una red de ribâṭ-s como centros de mercado e intercambio a lo largo de la costa del šarq al-Andalus – proceso que ya tuvimos ocasión de analizar al estudiar el ribâṭ califal de Guardamar14 –, como habían desarrollado a lo largo de la costa norteafricana, por lo que resulta muy probable el que fueran los Andalusíes o hispanicolae de las fuentes latinas15 y por tal los fundadores del lugar de Fraxinetum/Faraḫšinîṭ, en el monte de los Maures en la península de Saint-Tropez en la costa de Marsella en el 89416.

Antigua ruta norte-sur, abierta por los marineros de Pechina a finales del siglo IX17, que discurría a lo largo de la costa del šarq al-Andalus, enlazando Pechina (Almería) con el asentamiento fronterizo de Fraxinetum en tierra de los Francos que se consolidó con la decidida política del califato de Córdoba de control y presencia en la costa mediterránea de al-Andalus, tras el establecimiento de la flota califal en Almería (933), la firma de un pacto con el conde Suñer de Barcelona (940) y tras recibir el vasallaje del señor de la isla de Cerdeña y el establecer relaciones comerciales con la república de Amalfi. En este contexto de apertura al Mediterráneo, el califato fundó la atarazana de Tortosa en el 945 y muy posiblemente la de Denia, lo que le permitió el restablecer el dominio sobre las islas Baleares (945-947), después de haber saqueado los puertos de Niza y Barcelona (942-943)18. Sin embargo, esta situación cambiará con la apertura de relaciones con Bizancio a partir del 94719 y la firma del pacto de no agresión entre Bizancio y los Fatimíes (957-8)20 que supuso el que los Bizantinos recobraron la isla de Creta (961-962), gobernada por Andalusíes, y la de Chipre (965)21 y, por tanto, la salida y regreso de los marineros andalusíes ya mencionada, con la pérdida de presencia en el Mediterráneo oriental y el refuerzo de las posesiones bizantinas y de los reinos cristianos de los mares Tirreno y Ligur, facilitando el aislamiento de la colonia de Fraxinetum.

Este contexto de retraimiento del poder andalusí en el Mediterráneo y, según los textos latinos, la captura del abad Maïeul de Cluny en los Alpes en el 972, conllevaron la respuesta unida de los condes de Provenza, de Turín y de la Septimania, alianza considerada como de pre-cruzada que consiguió expulsar definitivamente a los musulmanes de las costas de la Provenza y, por consiguiente, el fin de la antigua colonia andalusí de Fraxinetum (975-976)22, dependiente administrativamente del gobernador de Baleares23.

Sin embargo y como ya planteamos24, la pérdida de poder naval omeya en la zona no evitó los saqueos andalusíes sobre las costas del mar Ligur. Sabemos por la documentación cristiana que, a finales del siglo X y principios del siglo XI, seguían siendo frecuentes los continuos y reiterados saqueos de los “piratas andalusíes”25, siendo el más famoso el sufrido por Pisa en el año 1004, lo que supuso el envío por parte del emperador bizantino, Basilio II, de una embajada a Córdoba en el año 1005-1006, con el fin de, entre otras cuestiones, el acabar con esta piratería que asolaba los puertos del mar Ligur y el Tirreno26. Aunque esta paz duró poco, ya que la ciudad de Pisa volvió a ser saqueada por los andalusíes en el año 101127.

Fig. 2. Saqueos andalusíes de las costas del Mar Ligur (1004-1011) y la conquista de las islas Baleares
y Cerdeña por Mug̃âhid de Denia (1014-1015) (©R. Azuar).

A este ambiente de continuos saqueos de los puertos y poblaciones costeras del mar Ligur llevados a cabo por marineros andalusíes, habría que añadir la política expansiva de la emergente taifa independiente de Denia, cuyo soberano Muǧâhid, en el año 1014, conquistó y se anexionó las Baleares y, al año siguiente, saqueó la ciudad italiana costera de Luni y se apoderó de la isla de Cerdeña28, en este caso de forma temporal, ya que la reorganización político militar de las repúblicas de Génova y Pisa les permitió recuperar la isla en el año 1016 y el control político y económico de la zona29.

Ahora bien, la proximidad geográfica de las islas Baleares a la de Córcega y a las costas del mar Ligur constituía un claro espacio de competencia marítima entre la taifa de Denia y las expansivas repúblicas de Pisa y de Génova por el control de las rutas de navegación y el mercado del Mediterráneo occidental30, lo que explica el interés de Muǧâhid, señor de Denia y las Baleares, en mantener una actividad corsaria o de piratería sobre los puertos cristianos, de tal manera que son conocidos los reiterados saqueos padecidos por la ciudad de Pisa durante los años 1019, 1021 y en 1028, así como por Narbona (1018) y Barcelona (1020)31. Con posterioridad, el silencio de las fuentes permite imaginar la apertura de un período de paz que facilitaría una posible relación comercial entre las repúblicas italianas y la taifa de Denia, aunque sabemos que Iqbâl al-Dawla ‘Ali b. Muǧâhid, quien le sucedió en el gobierno de la taifa entre los años 1045-1076, atacó en el año 1056 la ciudad portuaria de Génova32.

Arqueología de al-Andalus
y las costas de la Provenza

Las fuentes escritas dan noticia o confirman la existencia de la colonia andalusí de Fraxinetum en la frontera o dâr al-Harb de los Francos en el noroeste del Mediterráneo, desde la que se desarrollaban acciones de razzia o saqueo de las poblaciones del valle del Ródano hasta los monasterios de los Alpes, a lo largo del siglo X hasta su abandono o tras su conquista llevada a cabo, a modo de pre-cruzada, por la unión de los señores de la Provenza y la Septimania junto con los del norte de Italia en el 975-976; así como de posteriores acciones de saqueo a lo largo de la costa del mar Ligur, ya mencionadas33, sin olvidar la conquista de la isla de Cerdeña llevada a cabo por Muǧâhid, en el 1015-1016. En este contexto y como hemos manifestado en varias ocasiones34, nos parece fundamental el contrastar estas informaciones con las aportadas por el análisis y estudio de los contados registros arqueológicos, sobre todo de las producciones cerámicas procedentes de diferentes centros alfareros de al-Andalus de los siglos X y XI, presentes en los hallazgos arqueológicos de la costa de la Provenza o decorando las fachadas de un numeroso grupo de iglesias de Pisa y su territorio, como testimonios materiales e inequívocos de las relaciones transculturales entre al-Andalus y los reinos cristianos del mar Ligur, hace ahora un milenio.

Pecios de las costas de la Provenza

La documentación arqueológica sobre la relación existente entre al-Andalus y el establecimiento de la colonia de Fraxinetum, en la costa de los Francos, es la aportada por el amplio y extraordinario número de barcos o pecios hundidos en la costa, entre Marsella y Cannes35. El primer pecio fue el denominado des Jarres, descubierto en 1962, frente a la costa de Agay (Saint-Raphaël)36; posteriormente, en el año 1973, se descubrió cerca de Cannes el de Batéguier37. Dos años después y frente a Marsella se halló el denominado Rocher de l’Estéou38 y el más reciente el pecio de Roche Fouras en la península de Saint-Tropez39.

Extraordinario conjunto arqueológico subacuático del que ya Jean-Pierre Joncheray y Philippe Sénac sugerían el que sus cerámicas y diversos objetos fueran las pruebas materiales de las relaciones existentes entre al-Andalus y las costas de la Provenza desde finales del siglo IX hasta el 972 d.C., por lo que demandaban la necesidad de la publicación de un amplio y detallado estudio de los barcos y de sus cargamentos40. Casi veinte años después, la investigadora Catherine Richarté ha asumido este proyecto del que junto con la catedrática de arqueología de la Universidad de Alicante, Sonia Gutiérrez, y en colaboración con algunos de los arqueólogos subacuáticos descubridores y publicadores de estos pecios, así como de especialistas en epigrafía, como la profesora de la Universidad de Málaga, Mª Antonia Martínez, o en otros campos de la Universidad de Génova, publicaron una primera síntesis de algunos de los diversos tipos cerámicos, los más representativos numéricamente41. Estudio ampliado posteriormente en cuanto a su registro de tipos cerámicos, así como aportando información sobre los objetos metálicos hallados, a los que añadiríamos el arqueométrico de las pastas de las cerámicas y su producción y diversos análisis químicos que han permitido conocer los productos que contenían y transportaban las jarras y tinajas, en parte procedentes del puerto de Almería, desde fines del siglo IX42. Vinculación entre el lugar de Fraxinetum y la ruta abierta por los marineros de Pechina documentada arqueológicamente por primera vez gracias al estudio de los materiales cerámicos de Pechina/Baǧǧâna y en concreto a la identificación de sus candiles con asa introducida en el gollete, los jarros de boca trebolada y las grandes tinajas con decoración excisa de bandas, presentes en varios de los pecios mencionados de la Provenza43.

Fig. 3. Registros cerámicos de la ruta arqueológica de Pechina-Fraxinetum (s. X)
(© R. Azuar).

Documentos arqueológicos indiscutibles de esta directa relación existente entre los marineros de Pechina y la colonia de Fraxinetum, ratificados en los mencionados estudios recientes44, que se han ampliado con nuestros descubrimientos subacuáticos en la bahía de l’Albufereta de Alicante, en donde hemos hallado el cuerpo superior de una jarra de cuello cilíndrico y corto, con dos pequeñas molduras, de la inferior arrancan las asas de cinta y la superior se emplaza por debajo de un borde caracterizado por su desarrollo exvasado y en saliente, previsto para asegurar con cuerdas o cueros el sellado de su contenido. Su cuerpo es globular y no se aprecia restos de decoración45. Ejemplares similares se han encontrado en Sevilla, en un contexto de fines del siglo X, principios del siglo XI46, vinculados seguramente a su actividad comercial como puerto de al-Andalus, y entre los materiales islámicos de procedencia subacuática del interior del caño de Santi Petri (Cádiz), de similar cronología47. Jarra presente en el pecio de Batéguier, a las que J.-P. Joncheray denomina ánforas del tipo 7448 y tras su confirmación metalográfica de procedencia hispana, se la consideró como de fines del siglo IX, principios del siglo X49, aunque por sus contextos andalusíes de aparición podríamos considerarla como de un ámbito posterior de finales del siglo X, principios del siglo XI50.

En la misma bahía se ha encontrado, además, en piedra, una muela de molino de mano, cilíndrica y de sección plana51, similar a la veintena de ejemplares encontrados en el mismo pecio de Batéguier52, al hallado entre los restos del pecio de Rocher de L’Estéou (Marsella)53, o a la veintena de muelas extraídas del pecio de la bahía de Les Jarres de Agay (Saint-Raphaël)54 cuyo estudio lítico confirma que proceden de la montaña de l’Esterel que domina la propia bahía de Agay-Saint-Raphaël y, evidentemente, estamos ante una producción local55 que se comercializaba por toda la costa mediterránea de al-Andalus.

Por último, hay que hacer referencia al hallazgo del cuerpo y borde de una marmita hecha a mano, de cuatro asas y muy seguramente de base plana56, de la tipología de S. Gutiérrez57, de una cronología estratigráfica de fines del siglo X, principios del siglo XI, y similar, aunque con dos asas, a las del tipo II.2 de la rábita de Guardamar58. Marmita que, por su tipología con cuatro asas, podría proceder de la costa de Málaga, en donde encontramos este tipo entre las producciones del alfar emiral de la calle Especerías de Málaga59. Igualmente, hallamos este tipo en Almería, en la costa de Granada, con presencia en “El Maraute” (Motril), en la isla de Mallorca y en la de Ibiza60. Marmitas que coinciden tipológica y cronológicamente con las encontradas, así mismo, en los pecios de Agay61 y de Batéguier62 hundidos en las costas de la Provenza francesa.

Documentos arqueológicos homogéneos tipológicamente, presentes y reiterados en los pecios de Agay A, Batéguier y Rocher de L’Estéou, que tras la revisión de los diferentes tipos cerámicos y sus contenidos63, así como de las cerámicas vidriadas, ya sean en “verde y manganeso” o en “manganeso sobre melado”64, se confirma que son producciones cerámicas de los alfares de Pechina (Almería) de una cronología para los mismos de época emiral, fines del siglo IX, primeros años del siglo X, y por tanto estos pecios o naves hundidas realizaban la ruta comercial abierta por los marineros de Pechina/Baǧǧâna, entre las costas del norte de África, el šarq al-Andalus y de aprovisionamiento de su colonia de Fraxinetum establecida en territorio franco, en la frontera del dâr al-Harb.

Ahora bien, el contexto o acotación limitada en el tiempo de estos pecios, entre finales del siglo IX y primeros años del siglo X, en concreto entre la fecha de fundación de Pechina/Baǧǧâna en el 884 y la de Almería en el 920, propuesta y defendida a partir de las abundantes pruebas y dataciones65, por un lado nos confirman su cronología emiral y su vinculación a la ruta de los marineros de Pechina, pero por otro nos sitúa ante el inexplicable vacío documental del pleno siglo X o, en otras palabras, que sucedió durante el califato omeya de Córdoba ya que, como muy bien afirma C. Richarté66, estas producciones cerámicas halladas en los pecios no coinciden con las propias y bien documentadas del califato. De tal forma que, si hiciéramos una lectura sujeta a la vista de los restos arqueológicos, se deduce que bajo el control califal del espacio marítimo de las costas orientales de al-Andalus y de las islas Baleares a partir del 945, en que se levantan las atarazanas califales de Tortosa, debió de romperse la relación marítima o se abandonó la antigua ruta que enlazaba Almería con la colonia de Fraxinetum, aunque los restos arqueológicos hallados en las costas del šarq al-Andalus67 sugieren que esta relación marítima pudo prolongarse a lo largo del califato hasta sus últimos años en el primer decenio del siglo XI.

Bacini andalusíes en las iglesias de Pisa (siglo XI)

El testimonio arqueológico incuestionable de la existencia de algún tipo de relación o vinculación entre el califato y los reinos de taifas de al-Andalus con la República de Pisa, a finales del siglo X y a lo largo del siglo XI, es precisamente la abundante presencia de bacini/ataifores, cuencos o platos, andalusíes decorando las fachadas y muros laterales de algunas iglesias de Pisa. Amplio registro cerámico cuya catalogación y documentación llevadas a cabo por la profesora G. Berti68 permitió elaborar una primera información sobre las importaciones cerámicas andalusíes de los siglos X al XV69; destacándose para nuestro ámbito de estudio, la identificación de un grupo de cerámicas de un período cronológico – de llegada e instalación en las fachadas de las iglesias – centrado en los últimos años del califato omeya de Córdoba. En este contexto concreto, se incluían las producciones cerámicas en “verde y manganeso”, procedentes de un centro productor de Mallorca, con una cronología del último cuarto del siglo X y primer cuarto del siglo XI70; a la que se añadía otra serie de la misma técnica decorativa, pero con formas más evolucionadas de bordes exvasados que metalográficamente podrían provenir de la zona de Málaga y de una cronología del primer cuarto del siglo XI71. A estas producciones, se añadían aquellas cerámicas a la “cuerda seca total” colocadas en la iglesia de S. Piero a Grado entre el último decenio del siglo X y los primeros años del siglo XI72.

La datación propuesta por la profesora G. Berti en varias de sus publicaciones73 y en las ya mencionadas, para la llegada a Pisa de estas producciones cerámicas andalusíes, viene a coincidir plenamente con el período posterior al abandono de la colonia de Fraxinetum y con los años de los documentados saqueos de Pisa, llevados a cabo en los últimos años del califato y en los primeros del gobierno de Muǧâhid, señor de Denia, quién también se apoderó temporalmente de la isla de Cerdeña (1015), saqueó y asaltó Narbona (1018) y Barcelona (1020)74. Período histórico coincidente, en un principio, con la cronología deposicional de estos bacini/ataifores andalusíes en las iglesias de Pisa, propuesta por G. Berti, que pasamos a analizar.

a. Las cerámicas decoradas en “verde y manganeso” de Mallorca

Esta producción caracterizada por su fondo blanco, perfil quebrado, borde recto y con su anillo de solero marcado está documentada en la iglesia de San Piero a Grado y, por su decoración, se distinguen dos series temáticas muy diferentes. La de tipo vegetal, con composiciones radiales geométricas simples en su centro y en las paredes de su borde interior un identificable desarrollo de grupos de líneas verticales, en verde y manganeso75. La otra producción está formada por bacini, de forma similar pero cuyo motivo central lo constituye, de forma excepcional y reiterada, la representación inusual de una escena de “barcos o naves” y en su borde interior mantienen la misma decoración de líneas verticales. La nave mayor aparece sin remos, con dos mástiles sujetando velas latinas y una cuadra en el castillo de proa – por lo que suponemos sería una embarcación comercial y no de guerra – y suele ir acompañada por una embarcación de remos más pequeña. De esta serie, y hasta hace unos años, sólo se conocían dos ejemplares procedentes de la misma iglesia de San Piero a Grado76 y por suerte, en las excavaciones subacuáticas llevadas a cabo en la isla de Escombreras (Cartagena), se halló otro en el que se aprecian sus mástiles, las velas latinas y el castillo de proa77. Producción cerámica que tras sus análisis metalográficos se constató su procedencia de la isla de Mallorca78.

Fig. 4. Bacini/ataifor de Mallorca, con la posible representación del Markâb Muǧâhid
(© R. Azuar, a partir de la obra de G. Berti & L. Tangiorgio 1981).

De igual forma, por el análisis efectuado hace casi veinte años y nuestra revisión y actualización más reciente de los datos79, hoy sabemos que los ejemplares de temática vegetal proceden del “Testar de la casa Desbrull” de Mallorca80 y a los que el propio G. Rosselló81 ya consideró como de plena época taifa, desapareciendo bruscamente a finales del siglo XI, más teniendo en cuenta que la taifa de Denia se estabilizó a partir de la tercera década del siglo XI, tras la desastrosa e infructuosa campaña de la conquista de la isla de Cerdeña del 1015, los consideramos como del segundo tercio del siglo XI. Por otro lado, la segunda serie, la más espectacular, caracterizada por la presencia única y repetida del tema de “las naves”, podría ser una producción de prestigio de la taifa con la representación del conocido por las fuentes documentales como el Markâb Muǧâhid o barco de ‘Ali îbn Muǧâhid, del que sabemos estuvo haciendo la ruta entre Denia y Egipto durante todo su gobierno entre los años 1045 y el 107682 y por tanto la consideramos como de la segunda mitad del siglo XI, sin solución de continuidad83.

b. La producción en “verde y manganeso” con escenas simbólicas de zoomorfos

Son ataifores de perfil totalmente distinto: con anillo de solero, pero de paredes curvas y sin quiebro, y con el borde exvasado al exterior de sección triangular. A estas diferencias añadiríamos una fundamental y es la temática de su decoración central, caracterizada por escenas simbólicas de zoomorfos cazando, como el ejemplar n°2, procedente de la iglesia de San Zeno84 y rematado con un borde decorado con “ovas”. Su análisis metalográfico sugería una procedencia de la zona de Málaga85.

Fig. 5. Ataifor de “la nave” de Denia (© J. A. Gisbert, Museu de la Ciutat de Dénia).

En cuanto se refiere a esta producción, por suerte, hoy en día conocemos diversos ejemplares, como el ataifor hallado en la alcazaba de Mértola (Portugal)86, de similar forma, de paredes abiertas y borde exvasado con ovas; el hallado en Denia, como el conocido de “la nave”87; el de Mallorca con una representación del “príncipe sedente”, ya analizados en su momento88, a los que añadiríamos los hallados en las excavaciones de Silves (Portugal)89; en Almería90; en Cartagena91 y en la misma Valencia92. Ejemplares considerados como de imitación de las producciones tunecinas, de una cronología arqueológica de fines del siglo XI, principios del siglo XII, que por su número podrían provenir de un centro de producción entre Silves y Mértola93; aunque ante el abundante número de piezas fragmentadas de este tipo de ataifor aparecidas en los últimos años en Denia, su arqueólogo retoma y refuerza su hipótesis de que provengan de los propios alfares de la ciudad94.

c. Cerámicas decoradas con la técnica de la “cuerda seca total”

La producción la forman dos ataifores de la fachada de la iglesia de San Piero a Grado (n° 31 y 63), uno en la de San Zeno (n° 6) y otro ejemplar en la de la iglesia de San Sisto de Lucca (n° 154)95. De los hallados en San Piero a Grado, el ejemplar más completo es el número 63. Es un ataifor de perfil quebrado y que presenta como rasgo tipológico diferenciador, indiscutiblemente, su marcado borde en ala. En su base posee un repié anular. Se decora al interior con una red de rombos realizados en color verde, con otros inscritos en color melado con gotas de esmalte verde en su centro que contrastan con el color blanco del fondo. En la misma iglesia se encuentra el bacini n° 31, de paredes curvas o ligeramente inclinadas al interior y de borde recto con una característica decoración geométrica formada por una composición radial en estrella de doce puntas, surcada por un anillo interior de lados curvos y sus huecos intermedios rellenos alternativamente con esmaltes de color melado, verde y blanco96. Mineralógicamente la composición de los ataifores n° 63 y 154 es similar a la de un ataifor de loza dorada procedente de alfares de Murcia97.

Fig. 6. Bacini de “cuerda seca total” procedentes de al-Andalus (reproducción de lámina publicada por Azuar 2005, 193, fig. 3, a partir de la obra de G. Berti & L. Tangiorgio 1981).

En lo referente a esta producción andalusí es relevante la extendida presencia en yacimientos de al-Andalus de los ataifores con su característica decoración geométrica radial con policromía en su interior y de un perfil de paredes curvas, ligeramente inclinadas al interior y bajas, con labio recto y redondeado, como ya identificamos en su día98 y analizó C. Déléry99, con presencia arqueológica en Mallorca, Cartagena, Almería, en Málaga, en Ceuta y en el criptopórtico de la alcazaba de Mértola, siempre en contextos tardíos de fines del siglo XI y sobretodo en pleno siglo XII y de una posible procedencia de alfares de Málaga o de Almería100.

d. Diferencias tipológicas de las producciones andalusíes

En apoyo al debate de la diferente datación de la aparición de estas producciones cerámicas en Italia, un siglo anterior que en al-Andalus, acudimos a los aspectos referentes a sus tipologías. Así, se constata la ausencia en las cerámicas halladas en Pisa, de las producciones cerámicas en “verde y manganeso” califales procedentes de los talleres de Madînat al-Zahrâ’ o de Madînat Ilbîra, como ya puso de relieve el propio G. Rosselló, a los que definía como del tipo “0”, sin relación con los ejemplares de paredes quebradas y bases con repié, de su tipo II, presentes en los bacini de procedencia mallorquina que decoraban las paredes de la iglesia de San Piero a Grado de Pisa y de una cronología de pleno siglo XI. De igual forma y en su mencionado artículo, presentaba una tabla comparativa de los ataifores de perfil quebrado y borde en ala, a los que denominaba como del tipo IIa, presentes en estos mismos yacimientos de cronología califal, sin perduración en el siglo XI, y en los que se observa también sus características base planas, sin repié o anillo de solero101.

Diferencias tipológicas que recogimos en un artículo102, en el que ampliábamos la información con los hallazgos del alfar de San Nicolás de Murcia103 y del complejo alfarero de Denia104, con referencia a la producción califal en “verde y manganeso” mallorquina y a la de “cuerda seca” , así como identificamos la serie de ataifores en “verde y manganeso” con decoración de zoomorfos, ampliándola con la de diversos motivos antropomorfos o de barcos, todos ellos con el mismo tipo formal de paredes curvas y altas con borde exvasado y considerados metalográficamente como procedentes de Málaga105. Sobre esta producción volvimos en nuestro estudio dedicado a las cerámicas en “verde y manganeso” consideradas norteafricanas y entre ellas se analizaba esta producción, considerada como qayrawâní y a la que propusimos, a la vista de los nuevos hallazgos, como de imitación pero andalusí, posiblemente del área Silves-Mértola o de Denia y de una cronología estratigráfica tardía de fines del siglo XI, principios del siglo XII106.

En esta línea, sugerimos la revisión de las tablas tipológicas de los bacini hallados en la iglesia de San Piero a Grado, procedentes de cuatro centros de producción, según las analíticas, de Egipto (ET), Túnez (TN), Sicilia (SI) y España (E), de similar cronología de fines del siglo X, primer tercio del siglo XI que publicara G. Berti, con el fin de demostrar que las contadas piezas andalusíes, nueve ejemplares que suponen el 14% del conjunto, se hallaban en el mismo contexto que las producciones cerámicas islámicas provenientes del Egipto fatimí, de Ifriqîya y de Sicilia107. La mera observación de estas tablas confirma la unidad tipológica de las diferentes producciones, caracterizadas por la presencia generalizada de los repiés o bases anulares, presentes en sus dos formas dominantes: las de paredes quebradas y las de paredes curvas y altas de las producciones tunecinas y sicilianas, también en los ataifores mallorquines en “verde y manganeso” y en los denominados como de “Qayrawán o de imitación tunecina” de al-Andalus (fig. 7). Por último, hay que señalar la escasa presencia de las piezas de paredes quebradas, bajas y con su característico borde en ala, solo documentadas en el ataifor decorado a la “cuerda seca” de al-Andalus y en las producciones tunecinas en “verde y manganeso”. A esta unidad formal de las piezas hay que añadir la ausencia de formas simples de paredes curvas y sin pie anular o bases planas (fig. 8).

Fig. 7. Tabla de formas de los ataifores andalusíes hallados en la iglesia de S. Piero a Grado de Pisa y consideradas como de fines del siglo X, primer cuarto del siglo XI
(©R. Azuar a partir de G. Berti 2010, 150, fig.  11).
Fig. 8. Tabla de los ataifores califales de al-Andalus del siglo X (publicada por G. Rosselló 1987, 130 Fig. 1).

e. La estadística

A estos aspectos tipológicos añadiríamos los propiamente estadísticos. Es decir, la lectura de los datos porcentuales del número de bacini hallados en San Piero a Grado y de sus lugares o centros de procedencia publicados por la propia G. Berti108, permite constatar como la mayor parte de los ejemplares proceden de Túnez y de Sicilia, suponiendo el 77% del total, mientras que los procedentes de Egipto apenas son 6 ejemplares o el 9%, cifra por debajo de los 9 ejemplares de procedencia andalusí que representan el 14% del total. A la vista de estos datos, resulta evidente que la mayoría de las piezas incorporadas a la decoración de la fachada de la iglesia proceden de Túnez y de Sicilia, siendo el resto meramente residual. Ahora bien, si analizamos la procedencia de este grupo de piezas se constata su coincidencia con el saqueo pisano de los territorios del islam centro-mediterráneo, como asimismo lo documenta la propia G. Berti109, es decir, nos referimos a los reiterados ataques pisanos a la misma ciudad de Palermo llevados a cabo entre los años 1062-1064, al mismo tiempo de la conquista de la isla a cargo de los Normandos. Saqueos que se extendieron, años después, a los puertos tunecinos de Zawila y al-Mahdiya (1087-1088). Política expansiva de la república de Pisa desarrollada entre el 1060 y el 1088 – continuada con el intento fallido de asaltar Valencia (1092) y posterior saqueo de Tortosa, llevado a cabo junto con genoveses y catalanes en los años 1095 y 1097110 –, que viene a coincidir con la datación de los ataifores procedentes de Mallorca, sobre todo los de la serie con la representación de la nave o del posible Markâb Muǧâhid y con las posteriores producciones en “verde y manganeso” de imitación Qayrawâní y los ataifores en “cuerda seca”, ya de fines del siglo XI, primera mitad del siglo XII.

La relación transcultural de al-Andalus con la Provenza
y la República de Pisa a través de la arqueología (siglos X-XI)

Los datos expuestos nos sitúan ante la realidad de la existencia de un amplio registro material, ya sean las cerámicas procedentes de los pecios de las costas de la Provenza o los bacini que decoraban la iglesia de San Piero a Grado de Pisa, pruebas incuestionables de la existencia de estas relaciones de al-Andalus con los reinos de las costas del mar Ligur, cuyas dataciones arqueológicas no coinciden ni ratifican las aportadas por los textos y fuentes latinas y árabes.

Las dataciones arqueológicas de los registros materiales de los pecios de la costa provenzal coinciden en que corresponden, todos ellos, a un período limitado de finales del siglo IX, primeros años del siglo X111, coincidiendo con la fundación de la colonia de Fraxinetum por los marineros de Pechina y su actividad entre los años 884-929, pero nos deja un gran vacío documental de la dinámica posterior de la colonia bajo el gobierno califal hasta su abandono en el 975-976.

Por el contrario, la datación arqueológica dada a los bacini andalusíes colocados en la iglesia de San Piero a Grado de Pisa, como del último cuarto del siglo X y primero del siglo XI112, viene a coincidir con los conocidos saqueos llevados a cabo por los andalusíes entre los años 1004 y 1020 a la ciudad de Pisa, ya mencionados. Sin embargo, estas dataciones dadas a las producciones andalusíes no coinciden con la que poseen estratigráficamente en el territorio de al-Andalus, prácticamente de medio siglo después113.

Estas diferencias entre las dataciones de las fuentes escritas y las arqueológicas nos obligan y nos llevan a plantear, como ya hicimos en su día (Azuar 2005), a una necesaria reflexión de las dataciones aportadas por la arqueología y demanda una mayor coordinación entre los investigadores de contextos geográficos diferentes pero unidos por un objeto de investigación común: el de las relaciones transculturales entre al-Andalus y los reinos cristianos de la Provenza y del mar Ligur, en el contexto mediterráneo del “mar de los califas”114, entre los siglos IX al XI.


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  15. Remitimos a Ballan 2010, 26.
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  114. Picard 2015.
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Pessac
Chapitre de livre
EAN html : 9782356135315
ISBN html : 978-2-35613-531-5
ISBN pdf : 978-2-35613-533-9
ISSN : en cours
Posté le 24/03/2023
26 p.
Code CLIL : 3386
licence CC by SA

Comment citer

Azuar, Rafael, “Arqueología de la relación transcultural de al-Andalus con la Provenza y la República de Pisa (siglos X-XI)”, in : Gallon, F., dir., Tractations et accommodements, Pessac, Ausonius éditions, collection CPIM 1, 2023, 15-40, [en ligne] https://una-editions.fr/arqueologia-de-la-relacion-transcultural-de-al-andalus [consulté le 20/03/2023].
10.46608/cpim1.9782356135315.2
Illustration de couverture • “Juif et musulman jouant aux échecs”, Libro de los Juegos (XIIIe s.), Escurial, f. 63r.
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