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Municipium Augusta Bilbilis (Calatayud, Zaragoza)

de

Origen y evolución de su ocupación

La ciudad romana de Bilbilis, (Calatayud, Zaragoza), con más de 30 ha, controló el paso hacia el Ebro, la costa levantina y la Meseta, lo que hizo al enclave beneficiario de una situación estratégica privilegiada. Si esto se consideró una ventaja, no lo fue tanto la difícil orografía a la que romanos y antes de ellos, celtíberos, se tuvieron que enfrentar, que condicionó totalmente, como veremos, el trazado de la ciudad (Fig. 1)1.

Plano fotogramético de Bilbilis (Uribe 2015).
Fig. 1. Plano fotogramético de Bilbilis (Uribe 2015).

Se estima que su origen debió ser en torno al siglo I a.C. y su ocaso definitivo en el siglo IV d.C. aproximadamente. La Bilbilis2 indígena era celtibérica y debió situarse en las alturas del cerro de Bámbola y parte del de San Paterno, cerca de la actual Calatayud y de tres cursos fluviales, el Jalón, el Jiloca y el Ribota. Sus habitantes pertenecieron al grupo de las tribus celtibéricas de los lusones, de quienes fue su capital. Tenemos relativamente poca información de esta primera ciudad, que contaría con casas de tapial o adobe revestido, con zócalo en piedra, que se agrupaban dejando pocos espacios libres.

Participaría tanto en las guerras sertorianas como en el enfrentamiento entre César y Pompeyo, episodios que supusieron contactos cada vez más frecuentes entre indígenas y romanos en un proceso imparable que culminaría con la llegada de Augusto y Agripa, verdadero punto de inflexión para la historia del yacimiento.

Bien es cierto que, tal y como ocurrió en la vecina Salduie (actual ciudad de Zaragoza), varios hechos señalan tanto la presencia temprana de itálicos viviendo en el territorio, en un momento anterior a la llegada del futuro emperador, como la paulatina promoción del mismo.

A la hora de hablar de esta fase preaugústea, no debemos pasar por alto la información ofrecida por la numismática. Bilbilis acuñaba moneda seguramente desde los inicios del siglo I a.C., pero será en este momento cuando nos encontremos con amonedaciones con BILBILIS-ITALICA que nos habla de la concesión del ius italicum a la ciudad, lo que supondría el inicio de la mutación de su status iuridicus en un proceso que, como decimos, desembocaría en época augústea (Martín-Bueno & Sáenz 2001-2002, 146)3. Arqueológicamente, esta etapa viene documentada por la muralla, construida en el siglo I a.C., con claras técnicas poliorcéticas romanas, por el hallazgo de tres capiteles jónicos de cronología preaugústea (Cancela 1982,  47-52) y también por la construcción de la Insula de las termas y de la Casa del Larario4. Como aval de esta hipótesis, cabe destacar el reciente hallazgo en esta última domus del conjunto pictórico datado en el último cuarto del siglo I a.C. que decoraba el tablinum (Guiral et al. 2018).

Con la llegada de Augusto, la ciudad es elevada al rango de municipium con el apelativo de Augusta, hecho que puede considerarse consecuencia directa de haber militado en el bando correcto, por haber contado anteriormente ya con el derecho romano y por la ventaja de tener entre sus gentes a colonos itálicos (Martín-Bueno 1975, 316).

El nuevo rango municipal exigía en cierta manera una remodelación de la localidad que tuviera como fin emular a las grandes ciudades del Imperio. Bilbilis cambia de tal manera que en las excavaciones de hoy en día nos es difícil reconocer los niveles anteriores al principado. La planificación urbana preveía la convivencia perfecta de los espacios públicos tales como el foro, las termas y el teatro, y los espacios privados (Sáenz & Martín-Bueno 2004, 257-273). No debemos pasar por alto la privilegiada información que nos dan estos nuevos edificios. Su gran envergadura y monumentalidad nos indican, además del gran esfuerzo llevado a cabo por sus habitantes, una proyección urbanística importada que combinará labores personales y materiales. Por otro lado, se hace patente el deseo de concebir a la urbe como un escaparate, con vistas al disfrute tanto de sus habitantes como de los visitantes que la contemplarían desde la lejanía. En este sentido, también es un punto de referencia para los indígenas de la Celtiberia, quienes tienen demasiado recientes los sucesos bélicos acontecidos en el territorio. En definitiva, Bilbilis responde a un modelo de espacio en el que la vida en torno a la ciudad es su seña de identidad.

Muchas de las obras finalizarían con el sucesor de Augusto, Tiberio, de tal forma que podemos considerar la dinastía julio-claudia como el periodo cronológico de mayor esplendor de la localidad (Guiral & Martín-Bueno 1996, 18-20). Durante la primera mitad del siglo I d.C., la ciudad continúa acuñando moneda con el tipo de laurea o corona cívica, lo que posibilitó su desarrollo económico y subvencionó su amplia y costosa política edilicia.

Para enfrentarse a la hostil orografía se ideó un sistema de terrazas que afectó a todo tipo de construcciones, imposibilitando así la ortogonalidad en el diseño general de la ciudad. Si bien esta solución facilitó el trazado, también es verdad que hoy en día obstaculiza la comprensión de su fisonomía. Este procedimiento ya era conocido en el mundo romano y su fin era crear superficies lisas excavando en el suelo o construyendo grandes muros de sujeción denominados substructiones (Uribe 2004, 192). En cuanto a los materiales utilizados, no debemos olvidar que estamos ante una cultura, la romana, eminentemente práctica y que, si bien no fueron pocos los esfuerzos destinados a la construcción de la ciudad, también es verdad que hubo mucho interés en el ahorro de material, proviniendo este de su propio entorno natural sin excesivas complicaciones a la hora de extraerlo o tratarlo (Uribe 2004, 194).

Tras la inestabilidad de los años 68-69 d.C., momento en el que el enclave atraviesa una pequeña crisis, las dinastías flavia y antoniniana y la extensión del Ius latii a todos los hispanos suponen para Bilbilis una continuación de su desarrollo, como se desprende de las obras realizadas en las termas y en el foro.

A juzgar por los últimos datos recabados (García & Sáenz 2015), será ya en el siglo II d.C. cuando la ciudad entre en crisis, algo apreciable arqueológicamente: se comienzan a destruir y quemar en hornos de cal distintos programas escultóricos, no se llevan nuevas construcciones a cabo y ni siquiera se mantienen adecuadamente las existentes. Esto va acompañado de una paulatina despoblación, trasvasándose esta a zonas rurales. Se inicia así la decadencia de esta ciudad que, como tantos otros centros menores, se levantó con excesivo entusiasmo y con la pretensión explícita de querer parangonarse a las principales capitales provinciales.

En los siguientes siglos se mantuvo cierta actividad residual; los habitantes malvivirían entre ruinas viendo cómo poco a poco la ciudad se desmoronaba. Con la fundación de Qal’at Ayyud (Castillo de Ayyud), la población se trasladó a ese nuevo emplazamiento pasando Bilbilis a ser una fácil cantera a la que acudir para proveerse de materiales constructivos, fenómeno que siguió produciéndose hasta el siglo XIX (Sáenz et al. 2018).

Historia de las intervenciones arqueológicas

El siglo XX vino marcado por el inicio de las excavaciones. Comenzaron en 1916 a cargo de Sentenach, pero fue en 1970 cuando se realizaron las primeras labores científicas a cargo de Manuel Martín-Bueno, quien ha continuado trabajando en la ciudad romana hasta la actualidad. Efectivamente, será a partir de 1965 cuando este autor inicie una labor de recopilación de trabajos y materiales –lo cual quedará plasmado en su tesis de licenciatura presentada en 1970 en Zaragoza– y se ocupe de comenzar las excavaciones arqueológicas de forma sistemática. En 1975 publica su tesis doctoral y en 1978 arrancan los trabajos destinados a sacar a la luz, casi en su totalidad, las estructuras parcialmente exhumadas anteriormente.

La monumentalidad de los conjuntos públicos, así como la necesidad de su excavación para una mejor comprensión del yacimiento, hizo que surgiera una descompensación que perjudicó al conocimiento de la arquitectura privada, algo que se ha venido paliando a partir de los años noventa, momento en el que las excavaciones por fin se centraron en los ambientes domésticos de la ciudad (Martín-Bueno & Sáenz 2001-2002, 128).

En cualquier caso, destacan los conjuntos monumentales del foro, el teatro, las termas; y en el ámbito privado, la Casa de las Escaleras, la Casa de la Fortuna, las casas situadas en el sector denominado SPIII, las viviendas situadas bajo el foro5 y, sobre todo, la Casa del Larario, la Casa de la Cisterna, y la Insula I o Insula de las termas, entre otras. En los últimos años, los trabajos han estado orientados a comprender la dinámica de estas dos últimas viviendas, donde se han exhumado conjuntos pictóricos de gran relevancia.

El estudio de la pintura mural en el ámbito doméstico del yacimiento bilbilitano ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. En este libro presentamos el análisis de uno de los conjuntos hallado en la Taberna 7 de la Domus 3 (Insula I) y los pasos seguidos para ello. Pretendemos, por tanto, no solo mostrar un conjunto pictórico concreto sino exponer la metodología que se debe seguir para el estudio de la pintura mural romana para que esto pueda ser utilizado como herramienta por cualquier profesional que exhume este material arqueológico que, por sus características, es sumamente frágil.

Notes

  1. Algunos de los principales textos clásicos con los que contamos para el conocimiento del yacimiento son los siguientes: el principal autor es Marcial (Epigramas, X 103, passim), el más ilustre de los bilbilitanos y el encargado de aportarnos la mayor parte de información conocida sobre Bilbilis: “Paisanos míos, a los que Bílbilis Augusta engendra en el abrupto monte que baña el Jalón con sus rápidas aguas…” (Trad. J. Fernández y A. Ramírez). Mención aparte de Marcial, las referencias sobre Bilbilis son escasas. Se cita por vez primera en Estrabón (Geografía, III 4, 13) que la trae a colación a la hora de hablar de los celtíberos: “También Segóbriga y Bílbilis son ciudades de los celtíberos, junto a las que lucharon Metelo y Sertorio.” (Trad. M. J. Meana y F. Piñero). Además, la encontramos en los textos de Plinio (Historia Natural, XXXIV 14, 144): “… y ha dado nombre a algunas localidades por la fama de su hierro, como por ejemplo Bílbilis y Turiaso en Hispania…” (Trad. J. A. Beltrán en Aragón antiguo: fuentes para su estudio). Será Ptolomeo (Geografía, II 6, 58), ya en el s. II d.C., quien nos proporcione la situación de la ciudad a través de sus tablas: “Entre ellos, los que se sitúan más al Este son los celtíberos entre los que se encuentran las ciudades de: … Bílbilis 14º 45’, 41º30’…” (Trad. A. Encuentra en Aragón antiguo: fuentes para su estudio). También a este respecto se nombra en el Itinerario de Antonino (437, 3; 439, 1): “a Bilbilis, 24 millas” (Trad. A. Encuentra en Aragón antiguo: fuentes para su estudio); y en el Anónimo de Rávena (IV 43, 16): “A su vez, junto a la citada ciudad de Caesaraugusta se sitúa la ciudad que se llama Bilbilis” (Trad. A. Encuentra en Aragón antiguo: fuentes para su estudio). Paulino de Nola la menciona en uno de sus poemas (Poema, X 221-227 y 231-236): “…y me echas en cara la montañosa Calahorra y a Bilbilis, colgada de escarpados roquedales …Pues estás describiendo sólo con Bilbilis, Calahorra, Léridauna tierra que tiene una Caesaraugusta y una encantadora Barcino…” (Trad. J. J. Iso en Aragón antiguo: fuentes para su estudio). Referencias a este lugar y al río denominado por algunos como Birbilis también se hallan en la correspondencia entre Ausonio y Paulino de Nola entre los años 390 y 394 (Ausonio, Epístola, XXVI 50-59): “¿Es que a quien es honra de mi patria y mía y sostén del senado lo va a retener Birbilis o Calahorra, pegada a un roquedal o Ilerda, que por las colinas rocosas de caídas ruinas domina el impetuoso Segre? (Trad. J. J. Iso en Aragón antiguo: fuentes para su estudio). Sobre el término Birbilis, sin embargo, hay que ser muy cautos tal y como nos recomienda J. J. Iso en el comentario expuesto en la nota 12 de las pp. 716-717 de la obra Aragón antiguo: fuente para su estudio. Nombrado es igualmente por el historiador del siglo II Justino (Epítome, XLIV 3,8): “…y es que el hierro, al templarlo se vuelve más afilado, y entre ellos no se da por buena arma alguna que no sea sumergida en el río Birbilis o Cálibe.”. Por último, también encontramos una cita en San Isidoro (Etimologías, XVI, 21, 3): “Muy fundamental es también la diferencia de las aguas en que se sumerge el hierro incandescente para hacerlo más moldeable; es el caso de Bílbilis y Tarazona en España…” (Trad. J. Oroz y M. A. Marcos).
  2. Existe un debate historiográfico acerca de la ubicación de la Bilbilis indígena en el que están implicados el emplazamiento actual del yacimiento, el también cercano yacimiento de Valdeherrera y la Calatayud Moderna. Recordamos a este respecto –y recomendamos su consulta para ampliar esta información– que existen numerosas publicaciones que hacen referencia, ya sea de manera directa o indirecta, a esta cuestión (Martín-Bueno 1975, 201-206; Burillo & Ostalé, 1983-84; Burillo, 1988; 1991; 1998; Cebolla & Royo, 2006, entre otras muchas).
  3. Podemos vincular esta serie, casi con total seguridad, con contingentes de inmigrantes llegados a este lugar, o bien como consecuencia de las deportaciones efectuadas por Pompeyo a raíz de la victoria contra Sertorio, o bien por las batallas de Ilerda y Munda (entre el 49 y el 45), entre Pompeyo y Cesar, y la evidente necesidad de este último de asentar a sus veteranos licenciados.
  4. Si bien es cierto que la muralla data del siglo I a.C. con reformas en épocas posteriores, también debemos mencionar que presenta ciertos rasgos arcaicos, como la técnica constructiva de detalle, así como la propia adaptación al terreno, hechos que se vienen a unir al enterramiento hallado en una de sus torres altas con un ritual típicamente celtibérico (Guiral & Martín-Bueno 1996, 17 y ss.).
  5. Estos tres últimos espacios domésticos prácticamente no han aportado estructuras susceptibles de análisis ya sea por su estado de conservación o porque fueron amortizadas en su momento (Uribe 2015, 234-240).
ISBN html : 978-2-35613-494-3
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Pessac
Chapitre de livre
EAN html : 9782356134943
ISBN html : 978-2-35613-494-3
ISBN pdf : 978-2-35613-495-0
Volume : 18
ISSN : 2741-1818
Posté le 09/11/2022
4 p.
Code CLIL : 3668; 3682; 4117
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Comment citer

Íñiguez Berrozpe, Lara, “Municipium Augusta Bilbilis (Calatayud, Zaragoza)”, in : Íñiguez Berrozpe, Lara, Metodología para el estudio de la pintura mural romana: el conjunto de las musas de Bilbilis, Pessac, Ausonius éditions, collection PrimaLun@ 18, 2022, 11-14, [en ligne] https://una-editions.fr/municipium-augusta-bilbilis-calatayud-zaragoza [consulté le 24 octobre 2022].
doi.org/10.46608/primaluna18.9782356134943.3
Illustration de couverture • Musa completa interpretada como Euterpe (foto J. Lope).
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