Cuando recibí invitación a participar en este volumen sobre los orígenes de la picaresca, tuve algunas dudas sobre la conveniencia de aceptar. Sin embargo, tras superar mis primeras reticencias, pensé que algo podría aportar y que el punto de partida habrían de ser dos interrogantes que el profesor Darnis ya me planteaba: ¿tenía yo noticias del proceso o inspección sufrida por el sevillano autor, a semejanza de Cervantes, según en su día comentara el archivero Tomás González? ¿Qué relación había tenido Mateo Alemán con el marqués de Poza, objeto de la dedicatoria del Guzmán de Alfarache?
Estos interrogantes, como era de prever, pronto se ampliaron: ¿el episodio que refería el ilustre archivero no podría tratarse de una consecuencia de sus actividades como recaudador, que le llevaron a la cárcel sevillana en 1580? ¿O, acaso, fue el corolario de su comisión en Extremadura? ¿Cuándo comenzó y terminó su actuación como contador de resultas? ¿Cuáles fueron las relaciones cortesanas de Mateo Alemán con los principales patronos o privados de Felipe II? ¿Estuvo implicado en la visita o inspección general del Consejo de Hacienda y de las contadurías mayores que se llevó a cabo, al menos, entre 1592 y 1596?
Al cabo de las investigaciones realizadas para dar respuesta a esta suma de cuestiones he de reconocer que, si bien he encontrado datos y respuestas al respecto, han aparecido otras tantas dudas e interrogantes que, finalmente, me han traído aquí con el título que ya han podido leer. Vamos, sin más dilación, a apoyarnos en la bibliografía existente y en nuevas investigaciones documentales que hemos realizado en el Archivo General de Simancas, con ánimo de ofrecer una panorámica de las actividades de Mateo Alemán en la administración hacendístico-contable de Felipe II, en particular en los años transcurridos entre 1583 y 1593.
Antes de 1583.
Experiencias como recaudador y mercader, pero no como contador de resultas
A principios del siglo XX, don Francisco Rodríguez Marín, en unos apuntes biográficos y en su discurso ante la Real Academia de la Historia, aportó valiosas referencias sobre los estudios de Mateo Alemán y, además, apuntó unos interesantes datos sobre sus actividades en la década de 1570 en el ámbito de los negocios mercantiles y de la gestión hacendística. Así, afirmó que Alemán se había iniciado en asuntos hacendísticos en 1571, cuando hizo uso de un poder otorgado por el tesorero general, Melchor de Herrera, fechado a 22 de julio, para que recibiese del receptor del Subsidio del Clero del arzobispado de Sevilla los efectos de la recaudación1.
Por nuestra parte, podemos aportar que esta contribución corrió de junio de 1569 a noviembre de 1574 por importe total de 787.500.000 mrs, a razón de 131.250.000 anuales, de los que al arzobispado hispalense corresponderían, en cada ejercicio, una aportación de 11.542.0822. Y, en efecto, en las cuentas de la Comisaría de Cruzada que hemos localizado en Simancas aparece Alemán: en la data del Subsidio de 1571 del arzobispado de Sevilla, se lee que un importe de 5.151.443 mrs «confesó auerlos recibido Matheo Alemán, vecino de la dicha ciudad de Seuilla, en nombre y por virtud del poder que para ello tenía del dicho tesorero Melchor de Herrera». Fueron, así, once las partidas que libró Juan de Villalán, apoderado del arzobispado, a Mateo Alemán, entre el 26 de agosto y el 24 de septiembre de 15713.
Años después, Rodríguez Marín señala que, en enero de 1576, se le hizo encargo de la recaudación de las sacas de lana del almojarifazgo mayor de Sevilla, por poderes de Juan Martínez de Asteyza4. A este respecto, podemos señalar que, en efecto, Martínez de Asteyza fue arrendatario del derecho sobre las lanas en los distritos de Villena-Murcia y de Andalucía, entre 1575 y 15805.
¿Podemos relacionar la citada actividad como recaudador al servicio de Martínez de Asteyza con la causa a la cual Tomás González hizo referencia en 1819? Conocida es la carta que este ilustre archivero remitió desde Simancas a Martín Fernández de Navarrete el 10 de mayo de 1819, recogida en la Vida de Cervantes que publicó poco después. En esta, González le refería que no había podido encontrar el expediente de las cuentas de la comisión recibida por Cervantes de agosto de 1594 para la cobranza de fincas de alcabalas y otras rentas. No obstante, para compensar el relativo fracaso, continuaba ofreciendo una información tan suculenta como escueta: «no debo privar a vuestra merced de la curiosa noticia de que otra comisión semejante tuvo por el mismo tiempo el célebre Mateo Alemán, bien conocido en la república de las letras, a quien también se formó causa por el descubierto de alguna mayor cantidad que la que resultó contra Cervantes»6.
Dato cierto es que, en 1580, cuando concluía el poder otorgado por Martínez de Asteiza, acaeció el conocido embargo y aprisionamiento de Mateo Alemán, «en la cárcel real del concejo desta ciudad de Seuilla por ciertas contías de marauedis que me piden y demandan diversas personas»7. Esta situación, ¿se trataba, pues, de una consecuencia de la anterior su actividad como recaudador de la renta de las sacas de lana? ¿O la noticia recogida por el archivero González tuvo que ver, más bien, con los «pleitos extremeños»?
Los «pleitos extremeños»: «juez executor en el negocio de Miguel Gutiérrez y sus fiadores»
En su día, don Claudio Guillén abordó este crucial episodio de la vida de Mateo Alemán gracias a la información que le proporcionó el archivero Ángel de la Plaza. Así, le hizo saber la existencia en Simancas de sendos expedientes de Hacienda en los que se referían las actuaciones de Mateo Alemán como juez en Extremadura, que entonces cubrieron una laguna en la vida del escritor entre 1583 y 15848. Dos fueron los pleitos que Guillén refirió y que después fueron manejados de manera bastante sucinta por Cros en una virtuosa síntesis y, más recientemente y, también, con brevedad, por Marciala Domínguez y Pedro Piñero9.
Lejos de las escuetas noticias de estos autores, recogidas por otros, hemos de advertir que ambos pleitos cuentan con dos gruesos expedientes que hemos localizado, por lo que, como Guillén, hace ya más de sesenta años, solamente manejó una parte mínima de la documentación, considero que puedo aportar nuevos y sustanciales datos en el relato y explicación de aquellos sucesos.
Primer pleito: contra el depositario Pedro Rodríguez de la Çilla
El primero, se trata de un extenso e intrincado expediente que recoge las actuaciones y vicisitudes de Alemán, desplazado a Llerena en la primavera de 1583 con nombramiento de los contadores mayores de Cuentas, y que lleva por título «proceso hecho por Matheo Alemán, juez mero executor de Su Md, contra los hijos y herrederos de Pedro Rodríguez de la Çilla, depositario que fue de los bienes de los fiadores de Miguel Gutiérrez, thesorero que fue de Llerena y otros partidos, y contra Cristóbal de Padilla, curador de los menores, y Juan de Socto, procurador»10. Llerena era villa importante y cabeza de partido de la provincia de León (formada por 82 concejos) de la orden de Santiago, gobernada por un alcalde mayor o gobernador nombrado por el Consejo de Órdenes. Usagre, uno de los concejos del partido, por su parte, también era un importante núcleo de población que rondaría los 800 vecinos.
Allí, Alemán encontró que el tesorero Miguel Gutiérrez había fallecido, así como el administrador de su hacienda, Pedro Rodríguez de la Cilla, por lo que tuvo que proceder contra sus herederos y, al ser menores, sus representantes (el curador o tutor Cristóbal de Padilla y el procurador Juan de Soto). Rodríguez de la Cilla había sido escribano y juez de comisión, criado de don Fadrique Portocarrero, gobernador de la provincia, y había sido encargado de tomar las cuentas del tesorero Gutiérrez y administrar sus bienes.
Pero Alemán, tras argumentar que las cuentas previamente tomadas estaban equivocadas en detrimento de la Hacienda real, procedió a intervenir con todo rigor y diligencia. Citaciones, declaraciones, testimonios y pruebas tomadas durante abril sirvieron para que, de su puño y letra, el 24 de este mes Alemán procediera a rectificar el cargo (118.324.000 mrs) y la data (87.153 mrs) y estimara, por consiguiente, que el alcance contra los herederos sumaba 31.175 mrs11. Sin parar en considerar los motivos de su comisión, con sumo rigor, Alemán decidió ordenar el apresamiento, confiscación de bienes y sanción a Padilla, el tutor de los hijos de Rodríguez de la Cilla.
Pero Padilla no permaneció impasible y, por sí y por medio de sus procuradores, emprendió diversas diligencias para frenar al juez de comisión, alegando las arbitrariedades y la falta de competencia de Alemán para dictar sentencias12. Así, el 8 de mayo, se dirigió a los contadores mayores de Cuentas, quienes observaron inconsistencias en el proceder de Mateo Alemán, que había sido comisionado como «juez mero executor», es decir, exclusivamente encargado de dilucidar las cuentas y cobrar los alcances; en consecuencia, el 4 de junio, por medio del secretario de la Contaduría mayor de Cuentas, Martín de Pradeda, Felipe II requirió a Alemán para que, en quince días, explicara sus actos y remitiera la información documental correspondiente13.
Tras recibir el requerimiento real el 18 de junio, Mateo Alemán no se demoró en responder y, en una larga relación manuscrita firmada el 23 de junio de 1583, procuró esmerarse en justificar y dar cuenta de su intervención14. La cuestión, en suma, era que Padilla había falseado sus declaraciones y ocultado bienes muebles pertenecientes a Pedro Rodríguez (que era, además, su suegro) con los que responder, si fuera el caso, del alcance contable en su contra. Todo ello, con la connivencia de su procurador, Juan de Soto, que, ante las solicitudes de Alemán, incluso se había refugiado en sagrado para no comparecer. A resultas, el juez de comisión averiguó las asechanzas y aprovechamientos irregulares de los bienes de los fiadores por parte de Padilla, a quien condenó a la devolución de las cantidades correspondientes, añadiendo los gastos y costas del proceso, lo que contribuyó a que las quejas de los encausados recreciesen. En su día, «Cuentas postizas», «procurador astuto», fueron expresiones vertidas por Claudio Guillén al referir el encuentro de Alemán con tales personajes y su intervención en este «turbio negocio» en el que Alemán actuó con rigor y, sin duda, procurando la restitución de la hacienda que correspondía al rey.
Segundo pleito: querella del alguacil Cabañas
Sin amilanarse, Mateo Alemán no dudó en implicarse en otra complicada actividad, también en Usagre, relacionada con la comisión que había recibido. Sobre este segundo pleito apuntaba don Claudio a una segunda parte de su trabajo, que no fue nunca publicada, pero de la que avanzó algunos datos en un epígrafe de la primera titulado El alguacil alguacilado, en el que nos transcribía parcialmente un documento que ofrecía su enfrentamiento con el alguacil de Llerena, Juan de Cabañas15. Dado que el documento transcrito por Guillén está incompleto, acudimos al original, que se encuentra en el segundo expediente, que es todavía más grueso que el primero, tan extenso como complejo, y ofrece respuesta a los numerosos interrogantes que suscitara este segundo «pleito extremeño» e información sustancial sobre los sucesos posteriores, hasta la conclusión del procedimiento judicial abierto contra Alemán al cabo de bastantes meses16.
Lo primero que hemos de indicar es que ambos pleitos extremeños se solaparon en el tiempo y que estuvieron estrechamente conectados. La cuestión estribaba en que, Alemán, se había enfrentado al alguacil del gobernador del partido, Juan de Cabañas, que, en ejercicio de sus funciones, había apresado a varios vecinos; Mateo Alemán no solo los liberó sino que, además, ordenó que el alguacil y el alcaide fueran, a su vez, encadenados y encerrados en la prisión. El 24 de junio el alguacil Cabañas había apoderado al procurador Vergara y al solicitador Juan de Mendoza, dando testimonio de lo sucedido17. En el documento subsiguiente encontramos, pues, cómo Cabañas «queréllase de Mateo Alemán, porque le soltó tres personas que tenía en la cárcel pública por mandato del gobernador del partido, y porque le quiso tomar por este mandato para cumplir con su juez, lo maltrató y afrentó de palabra y lo prendió y tubo preso con una cadena e le quitó la vara que lleuaba»18.
En esta actuación, a decir del alguacil de Llerena, el juez de comisión se comportó con el alcaide «con mucha soberbia e ímpetu furioso… con mucha cólera y con ánimo de le maltratar, y le dijo, vos pensáis que yo no os conozco, que sois un tacañillo majadero… y diciendo muchas palabras muy injuriosas y denuestos con gran ruydo y scándalo de los vezinos de la dicha villa, y arremetió contra él…». Así, tras la narración de los hechos por boca del procurador, se encuentra la petición del agraviado, el alguacil Cabañas, al rey:
y porque no es justo que los jueces executores de V. Alteza, escediendo de vuestras reales comisiones y so color dellas, hagan semejantes fuerças, insolencias y agravios, usurpando la jurisdicción a vuestra justicia, cometiendo delitos dignos de pugnición y castigo, por tanto, a V. Alteza pido y suplico… mande enviar un juez desta corte… condenándolos a las mayores y más graues penas que por fuero y derecho, leyes y premáticas destos reinos contra ellos ayare estatuidas, y aquellas execute en sus personas y bienes porque a ellos sea castigo y a otros exemplo de no cometer semejantes delitos…19.
Recibida la querella, el 5 de julio, el asunto se dirigió a la Contaduría mayor de Cuentas, en la que se actuó conforme a los usos procesales («júntese todo y al relator»). ¿Qué tenía de decir nuestro Mateo Alemán de tales sucesos? Pues bien, entre los documentos del expediente encontramos una carta hasta ahora desconocida y escrita por Alemán, unos días antes de la querella del alguacil, el 21 de junio, desde Usagre, como «juez de comisión de Su Magd en lo tocante a los bienes y hacienda de los fiadores de Miguel Gutiérrez», en la que se dirige a don Alonso de Castillo Villasante, gobernador de la provincia de León y su partido, para hacerle saber con detalle por qué y cómo había procedido contra Cabañas20.
La cuestión es que el alguacil Cabañas había ordenado apresar a Alonso Sánchez Bermejo, arrendatario de una de las tierras (de 100 fanegas) de un fiador de Gutiérrez, por una denuncia de un vecino tocante a la sementera y al producto resultante en cebada y trigo. A juicio de Alemán, el patrimonio del rey resultaba perjudicado ya que el propietario de la tierra, Juan de Porras, era uno de los fiadores del tesorero Gutiérrez, por lo que ordenó, por una parte, que la cebada y el trigo fueran requisados para su Majestad y, por otra, como juez de comisión y a instancias del arrendatario, pidió al alguacil que «diese razón y causa» del encarcelamiento y, como no lo hiciera, «mandé soltar de la prisión con fianzas los presos». Ante la resistencia del alguacil y su actitud desafiante, Alemán no se recató en ordenar su apresamiento hasta que se diesen explicaciones al gobernador, como así él lo hacía en ese momento pidiendo además el castigo de Cabañas. Pero no habrían de verse satisfechas las expectativas del juez de comisión.
Informado previamente, el gobernador de la provincia, don Alonso, había iniciado «proceso sobre aver exçedido Mateo Alemán en su comisión» mediante escrito dirigido a su propio alguacil, Juan de León, el 20 de junio21. Así, al día siguiente, éste comenzaba a tomar testimonio al alcaide de la cárcel y a otros testigos, que confirmaban, en prolijas declaraciones, la intervención del juez ejecutor. De esta forma, el gobernador don Alonso, el 24 de junio le refería los hechos al propio Felipe II, le exponía las intromisiones de Alemán en asuntos que no le correspondían y le solicitaba que, ante tales excesos, adoptara las medidas correspondientes:
Y podrá lo V. Mt. ser de mandar a Matheo Alemán sea más aduertido y reportado en la execución de su comisión, porque en ella yo le he desseado regalar y ayudar como es razón, por ser ministro de V. Mt. y executor de su real hazienda, pero a él le parece que no lo es solo de esto, sino de toda la justicia ordinaria y que a su cargo está la administración della…22
Transcurrieron algunas semanas y pudiera suponerse que el asunto se había calmado y que el juez había moderado su comportamiento. A 26 de agosto, a instancia de los fiadores, se prorrogó por otros 30 días la comisión de Mateo Alemán como juez de comisión, para que las cuentas pudieran cerrarse convenientemente. Ahora, bien, la ampliación exigía a Alemán que actuara con diligencia e hiciera los tanteos y estimaciones necesarias para terminar con la comisión23.
Un tercer pleito: querella del alcalde González Chaparro
Sin embargo, esta prórroga fue ocasión para que la estancia de Alemán en Usagre provocara un nuevo conflicto, en esta ocasión, con el alcalde de la hermandad, Luis González Chaparro, quien entre finales de agosto y principios de septiembre emprendió otra querella contra el juez ejecutor. Sería esta, pues, una segunda querella y un tercer pleito extremeño, hasta ahora desconocidos: «Proceso de Luis González Chaparro, alcalde de la Hermandad de la villa de Usagre, contra Matheo Alemán, que fue proueydo por juez executor en el negocio de Miguel Gutiérrez y sus fiadores»24.
En la querella presentada contra Alemán ante Felipe II por el apoderado Ruiz de Carabias, afirmaba que «el susodicho, pospuesto el temor de Dios nuestro señor y de vuestra real justicia con ocasión de ser el susodicho juez executor sobre la dicha cobranza», excediendo su comisión había ordenado liberar de la cárcel pública a dos presos por hurto, una mujer y un portugués. Sentenciados y castigados los ladrones, sin embargo, Mateo Alemán, no había dudado en actuar contra el alcalde de la hermandad y, siguiendo sus ya habituales modos de actuar, le había amenazado y apresado:
con mucha pasión y sentimiento, en público y en secreto le dijo palabras afrentosas y de venganza, jurando y prometiendo que se lo hauía de pagar, y así, poniendo en execución su mal propósito le prendió y tuvo preso secuestrándole sus bienes, con ocasión de que tenía en su poder dos cauallos del qoncejo de la dicha villa, usando en esto jurisdiçión ajena y eçediendo de su comisión… y después que le soltó le ha amenazado y dicho muchas palabras de ynjuria y afrenta.
También se despachaba el alcalde contra otras actuaciones de Alemán, que, a su juicio, resultadas desmedidas, reprobables y dignas de ser castigadas:
Y es el susodicho tan exorbitante que en todo el tiempo que [h]a que está en la dicha cobranza contra la voluntad de los alcaldes ordinarios de la dicha villa y del gobernador de aquel partido se [h]a entrometido a usar de jurisdicción en la dicha villa fuera de su comisión, y así [h]a hecho correr toros muchas vezes, de que se han seguido muchos y grandes ynconbinientes, y prendido a muchas personas por ser su gusto y contemplación, sin hauer cometido delito ni tener él facultad ni jurisdiçión para ello, y así mismo como si fuera alcalde ordinario de la dicha villa [h]a hecho ronda de noche, quitando espadas y entrando en casas onestas y recogidas, y [h]a hecho otros autos de jurisdiçión, en todo lo cual el susodicho ha cometido dignos de exemplar castigo. Y para que en su persona sea executada la pena que a merescido, a V. Md. pido y suplico ynviar desta corte un alguacil que le trayga para la cárcel real y le secuestre sus bienes…25.
La cuestión también fue trasladada al gobernador, don Alonso, que ya estaba suficientemente enconado con Alemán. Tras realizar diversas diligencias informativas, sin tardanza, el expediente llegaba a Madrid el 14 de septiembre. El alcalde, con la aquiescencia del gobernador, solicitaba a Felipe II que enviara un alguacil de la corte para apresar a Mateo Alemán. Las acusaciones eran graves: carácter arbitrario, colérico y vengativo; amenazas e insultos a la autoridad local; intromisión en asuntos de la justicia ordinaria; promover fiestas de toros por mera diversión particular; ordenar injustamente prendimientos y castigos, no eran asuntos baladíes actuando en representación de la autoridad regia.
Pero, de ser ciertas las acusaciones, ¿cabría encontrar alguna explicación al comportamiento del juez ejecutor? ¿Era cierto el carácter atrabiliario de Alemán, su soberbia, altanería y desmesura? ¿Cómo justificar sus abusos de autoridad? Podemos encontrar respuesta en el corolario documental de la reacción de Alemán, quien, apercibido de las diligencias de González Chaparro, se presentó a 28 de septiembre, ante el alcalde ordinario de Usagre, Juan de Porras y, presente un escribano público, solicitó que se presentaran diversos vecinos y testificaran sobre determinados aspectos de su actuación como juez de comisión: si le conocían, si sabían si tenía alguacil particular asalariado, si se entrometía en asuntos que no fueran de su competencia, etc.
En definitiva, trataba de recoger testimonios que refutaran la acusación de los querellados. Allí comparecieron Juan de la Rocha, hidalgo y jurado de la villa; Juan de Porras el mozo, alcalde de la hermandad por los hijosdalgo; el hidalgo Íñigo de Anuncibay; Nicolás Ramírez, alcaide de la encomienda de la villa, y Miguel Clavero, clérigo y vecino de Usagre. Sin entrar en detalles de las prolijas declaraciones, todos los testigos refutaron las acusaciones vertidas en la querella de González Chaparro y avalaron el comportamiento de Mateo Alemán26. ¿Cómo explicar estas contradicciones? ¿Casualidad? ¿Connivencia?
Para comprender este episodio de la vida del escritor consideramos que resulta preciso situarlo en su contexto comarcal y en la lucha de intereses económicos y sociales a nivel municipal. En efecto, podemos colegir que en Usagre existía una pugna de bandos entre los labradores y pecheros que formaban la elite del común (que alentaron las querellas) y los hidalgos de la villa (que testimoniaron en favor del juez de comisión), y que la llegada de Alemán para revisar las cuentas del antiguo tesorero del partido provocó que las tensiones se desataran, toda vez que descubrió, tal y como hemos visto, que no habían sido tomadas correctamente y que los bienes de los fiadores habían sido mal administrados, con daño para la Hacienda Real. No en vano, el mismo alcalde ordinario, Juan de Porras, era uno de los fiadores y propietario de una de las tierras que habían provocado el primer enfrentamiento, con Cabañas. Y, por cierto, Porras también efectuó declaración, por separado, amparando y justificando todas y cada una de las actuaciones de Alemán27; y, entre su testimonio, se añade un dato interesante y revelador: González Chaparro era alcalde de la hermandad, pero por los pecheros. Curiosamente, tanto Porras como los que testificaron a favor del juez de comisión eran hidalgos y un clérigo.
Destitución y apresamiento. «La corte por cárcel»
Fuere como fuere, no dos, sino tres, habían sido los «pleitos extremeños» que condujeron a Mateo Alemán a la privación de libertad. En la documentación original encontramos el auto de suspensión, apresamiento y conducción a la cárcel del defenestrado juez ejecutor, emitido el 24 de septiembre por el tribunal de la Contaduría mayor de Cuentas, constituido por los contadores mayores y los oidores Oballe de Villena y Álvarez de Toledo, y firmado por el secretario Martín de Pradeda28. Recibido luego por Felipe II, se aprestó a firmar la orden y a comunicarla a Andrés de Ledesma, refiriendo con detalle las dos querellas presentadas por el alcalde de la Hermandad de Usagre, Luis Chaparro, y por el alguacil de Llerena, Juan de Cabañas, y especificando en qué había consistido la comisión dirigida a Mateo Alemán, a quien debía apresar y llevar a la corte29.
El 2 de octubre Ledesma llegó a Usagre y presentó sus poderes, pero se encontró con que Alemán había salido de la villa unos días antes. Así, Ledesma tuvo que partir hacia Mérida, en donde, el 3 de octubre, Alemán fue parado y recibió la orden30. El día siguiente de su prendimiento, solicitaba un plazo de seis días para regresar a Usagre a recoger todos los recaudos y papeles de su comisión, como se le requería en la comisión de apresamiento, y recobrar unos «vestidos, dineros y otras cosas» que había dejado31. Pues bien, uno de estos papeles hubo de ser la declaración ante escribano del 28 de septiembre, que había de ser determinante en su «probanza».
Interrogatorio y «cargo de la culpa» de Mateo Alemán
Sobre su estancia en la cárcel tenemos unos interesantes documentos, hasta ahora inéditos, en el mismo expediente. En Madrid, a 9 de noviembre, por mandado de los contadores mayores de Cuentas y bajo juramento, se realizó la «confisión» de Matheo Alemán, «estante en esta corte», en la que el interrogatorio y las respuestas se centraron en los episodios de Usagre, sus actos y las resistencias que afrontó32. Su comisión se había iniciado a pedimento de los fiadores de Miguel Gutiérrez, con la finalidad de cobrar los alcances, y a ello se habían, según afirmaba, limitado sus diligencias.
Si había liberado a unos vecinos de Usagre apresados por el alguacil Cabañas (segundo pleito), había sido porque se trataba de renteros de tierras tomadas por el rey para satisfacción de sus derechos fiscales y a instancia de uno de los fiadores (Juan de Porras), por lo que estando presos se hubiera perdido la cosecha de la sementera, que pertenecía a la Hacienda Real. Así, ponía en evidencia tanto la actuación del gobernador de Llerena como del alguacil Cabañas. Otros actos del juez de comisión que constaron en el interrogatorio atenían a sus decisiones de engrilletar a los que le habían desobedecido en distintos momentos, a lo que respondía que se había producido en desafío a su autoridad. Pero rechazaba haberse entrometido o involucrado en asuntos de los alcaldes ordinarios y, en particular, respecto a si «era cierto que este confesante hazía traer a la dicha villa de Usagre toros y vacas y los capeaua con otros vezinos de la dicha villa, lo qual hazía contra la voluntad de los dueños de los dichos toros y uacas, dijo que lo niega y no pasó tal».
Sobre su enfrentamiento con González Chaparro y la liberación de los dos presos por hurto (tercer pleito), este había consistido en un manto perdido y encontrado por el portugués, vecino suyo, no de un robo, y, en el castigo, el alcalde de la hermandad no había cumplido su palabra en la valoración de los hechos y había actuado manifiestamente de forma injusta.
Otras preguntas que recibieron respuesta negativa se referían a las acusaciones de rondar de noche y quitar espadas, cobrar salarios y derechos indebidos, haber tenido servidores particulares (alguacil, mensajero) y, curiosamente, «si es verdad que este confesante se yba a pescar y gastaua el tiempo en lidiar toros y no en los negocios tocantes a la dicha su comisión», a lo que respondía que era «verdad que durante el tiempo de su comisión salió dos veces a pescar porque no tenía qué hacer y estaría en esto ambas veces dos horas, y que el río está dentro de la villa de Usagre donde subçedió esto y pasa por dentro del corral de la casa donde posaba».
Ese mismo día Mateo Alemán se dirigió al rey para solicitar su puesta en libertad, alegando su inocencia y falta de responsabilidad:
Matheo Alemán, a quién vuestra Alteza cometió los negocios de los fiadores del tesorero Miguel Gutiérrez, digo, que yo vine preso de la villa de Usagre por mandado de vuestra Alteza, y lo estoy al presente en esta cárcel de corte, y pues contra mí no resulta culpa y la parte contraria se ha ausentado y no hay quien me pida cosa alguna, a vuestra Alteza supplico sea seruido de me mandar soltar libremente, a lo menos en fiado, para alegar de mi justicia y dar quenta a vuestra Alteza del estado en que quedó mi comisión, y pido justicia33.
Y, en este 9 de noviembre, a la vista de su confesión, los contadores mayores de Cuentas le notificaron su «cargo de la culpa que por este proceso resulta contra él», para que en diez días pudiera efectuar las acciones pertinentes en su descargo, «y lo mandaron soltar en fiado, la corte por cárcel»34. Así, ese mismo día, fue recogido por Juan de Mondragón, criado del gentilhombre de la cámara de la Casa borgoñona del rey don Pedro de Velasco, bajo cuya custodia quedaba, «en fiado, preso y encarçelado como carcelero», con acatamiento de que tendría «la corte por cárcel y della no saldrá ni se ausentará en sus pies ni agenos ni de otra manera alguna sin licencia y mandando de los dichos señores contadores mayores de cuentas» y apercibiendo de retornar a «la cárcel real desta corte» si le fuere ordenado, y con el aval de que «al cumplimiento dello obligó su persona y bienes muebles y raíces auidos y por auer»35. Al acto, en presencia del secretario de la Contaduría, Martín de Pradeda, que había actuado durante todo el proceso, acudieron los contadores de resultas Alarcón, Díaz de Mercado y Martín de Valencia.
«Pido justicia»
Pasados unos días, el 26 de noviembre, Mateo Alemán enviaba un escrito a Felipe II por medio del secretario Pradeda para solicitar otros días más para hacer su «prouança» en el pleito con el gobernador de la villa de Llerena y consortes y reiteraba su «pido justicia»36. Poco después, habiendo efectuado ya las oportunas probanzas de su inocencia y entregado los autos y demás documentación de su comisión, por medio de su procurador, justificaba su actuación, solicitaba al rey «que ha de ser suelto y dado por libre», denostaba a sus acusadores por enemistad y pedía «justicia y costas» contra ellos37.
Así, en el expediente se incorporó el largo interrogatorio realizado en Usagre el 28 de septiembre a instancias del propio Mateo Alemán, que ya hemos referido. Y, en la línea de estos descargos aportados por Alemán como probanza de su actuación, también consta una declaración de Juan de Porras en nombre de los fiadores del tesorero Miguel Gutiérrez, en el que avalaba tanto las cuentas que Alemán había presentado a la Contaduría mayor de Cuentas en virtud de su comisión como juez ejecutor, como la misma relación contable de los gastos que había efectuado durante la comisión en salarios y otras costas, y afirmaba que
contra el dicho Matheo Alemán ni sus bienes no tengo que pedir ni alegar en cosa alguna, por auer sido muy buen juez y auer usado bien y fielmente de la dicha su comissión, y sido en ella tan diligente que por su buena industria y orden se an cobrado muchas deudas y maravedís que se tenían por perdidas y no se cobraran, por todo lo qual suplico a V. Alteza en este caso lo dé por libre y quito, que yo por lo que toca a mí y a mis partes declaro no tener que le poder pedir con justicia, y si es necesario lo juro a Dios y a estar en forma de derecho38.
Por su parte, el fiscal de la Contaduría Mayor de Cuentas, Pedro Yllán de Liébana, a 6 de marzo de 1584, tras meses de acopio de papeles reiteraba sus acusaciones en texto dirigido al secretario Pradeda, reiteraba que Alemán había cometido los actos que ya hemos referido, y añadía que también se había apropiado de derechos de escribanía que no le correspondía y había utilizado fondos de su comisión para asuntos particulares:
digo que Mateo Alemán, juez executor para tomar quentas a los depositarios y administradores de los bienes de Miguel Gutiérrez… y cobrar los alcances dellos, junto con los recabdos de las pagas que se hizieron a los dueños de los juros y libranzas fechas en las dichas rentas, hizo muchos excesos en la dicha su comisión, perturbando la jurisdicción del gobernador del partido de Llerena y la de los alcaldes ordinarios de la villa de Usagre… y hazía correr toros y vacas contra voluntad de sus dueños…, rondaua de noche y quitaba espadas, tomaua y lleuaua los derechos de su escriuano de su comisión, enbió un correo a Seuilla a cosas suyas propias so color que le enbiaua a Ecija a notificar a don Fadrique Portocarrero sauiendo que el susodicho estaua en Toledo por corregidor de la dicha ciudad, y le pagó de los bienes del dicho Miguel Gutiérrez y sus fiadores, y gastaua el tiempo en irse a pescar y correr toros…39.
Por todo los «dichos excesos y exorbitancias», remitía las informaciones reunidas y probadas, asimismo, en la confesión del encausado, y mantenía la petición de penas. Pero, en respuesta, a 14 de marzo, el procurador Pero Alonso solicitaba de nuevo, en texto fundamentado dirigido a Felipe II, que debía «absoluer y dar por libre» a Mateo Alemán, puesto que las acusaciones partían de enemigos surgidos en el ejercicio de su comisión y «personas interesadas y sobornadas…, testigos de sus propias causas, y padecen otras muchas tachas y defectos mediante lo cual son indignos de crédito…»; en suma, tales denuncias eran infundadas y Mateo Alemán se había comportado con total «rectitud y fidelidad en seruicio de su Magestad y de su Real Hacienda, sin hauer cohecho, ni baratería, dolo ni negligencia alguna»40.
A partir de este momento la insistencia de Mateo Alemán en su reclamación de justicia se expresó en el envío de varias cartas al rey. En la primera de ellas, a 24 de mayo, afirmaba que, en el pleito con el fiscal, Juan de Cabañas y Luis González Chaparro «la parte contraria no tiene prouada cosa alguna y el término de la prueua es ya pasado», por lo que pedía hacer publicación y «auer esta causa por concluya» lo que se comunicó a los interfectos41. Poco después, a 4 de junio, insistía Mateo Alemán en la falta de respuesta de la parte contraria, y así la acusaba «en rebeldía», repetía la solicitud de publicación del final de la causa y terminaba nuevamente con un «y pido justicia»42. Finalmente, dos días después persistía en los mismos términos43; sin tardar, repetía, en 12 de junio, los argumentos que reclamaban la conclusión del pleito44, lo que al cabo de pocos días no tardó en producirse con pronunciación favorable a sus intereses.
La vida en la corte
En junio, la resolución del proceso había llegado a término con saldo, tras tantas cuitas, venturoso. Era momento de esperar mejor destino en la corte, en los aspectos administrativos, intelectuales y materiales. Después de la incorporación de Portugal y el regreso a Madrid, a la altura de 1584 el predominio cortesano de la «facción castellanista» parecía incontestable. El favor del secretario Mateo Vázquez, el confesor Chaves, y el conde de Barajas y presidente del Consejo de Castilla, resultaban indispensables para alcanzar la medranza en la corte45. En este contexto se produjo el ascenso, bien es cierto que de forma poco relevante, de Mateo Alemán como empleado en la Contaduría mayor de Cuentas.
Mateo Alemán, contador de resultas, pero «en el ynterin»
A este respecto, Rodríguez Marín, en las referidas obras, también expresaba sus dudas sobre la fecha de nombramiento de Alemán como contador de resultas y los años dedicados al cargo46. Décadas después, E. Cros abundó en su desconfianza sobre la duración de su ejercicio como contador de resultas47. Estas dudas han persistido y no han sido resueltas por los diversos estudios sobre la vida de Mateo Alemán. Es hora de acudir, para encontrar la debida respuesta, a la consulta sistemática de la documentación conservada en el Archivo General de Simancas.
Para comenzar, hemos de señalar que, en las quitaciones de corte, la sección en la que constan los nombramientos de los oficiales, no aparece el nombre de Mateo Alemán. Hubo de ser, por tanto, otra vía, la de entrada en la Contaduría mayor de Cuentas. Esta institución había sido reformada en las ordenanzas de 1569, después de una visita dirigida por Diego de Espinosa. La normativa entonces promulgada procuraba corregir y aclarar aquellas cuestiones de funcionamiento que no habían mejorado desde las anteriores ordenanzas, en 1554, al mismo tiempo que ajustaban la intervención contable a la evolución de las actividades fiscales que demandaba la financiación de la monarquía48.
El ingreso de Mateo Alemán en la Contaduría mayor de Cuentas se produjo a los pocos días del sobreseimiento de su encausamiento, dato importante para ponderar el valor de su inocencia y de los apoyos cortesanos que disfrutaba. La merced, bien es cierto, puede calificarse como menuda. En la Contaduría había tres tipos de contadores de resultas: en primer lugar, los titulares, de plantilla, con 130.000 mrs de quitación; en segundo lugar, se nombraban «extraordinarios» que ejercieran durante tres años, con una quitación inicial de 100.000 mrs que posteriormente podía elevarse. Por otra parte, en tercer lugar, cuando se producían ausencias por motivos diversos y bajas por enfermedad entre los contadores de resultas, se había normalizado el nombramiento de sustitutos para que sirvieran «en el ynterin». Pues bien, encontramos que el ingreso de Mateo Alemán se efectuó el 30 de junio de 1584, a razón en 50.000 mrs anuales, en la cuenta «que a de auer y se le libran por lo que sirue en esta contaduría de resultas, ausentes y enfermos», es decir, la categoría inferior49. Su entrada en la Contaduría mayor de Cuentas tuvo lugar en sustitución de Lucas de Orisuayn, que había sido nombrado contador de resultas de tres en tres años en enero de 1581. Así, en 1584, Alemán percibió 25.343 mrs, por los 185 días que sirvió.
Al año siguiente continuó en el empleo, si bien en sustitución del contador Alarcón, en el que se le consignaron ya completos los 50.000 mrs anuales de quitación. Resulta interesante y pertinente conocer la nómina y salarios de 1585 para hacernos una composición de lugar de la organización de la institución y del nombre de la treintena de integrantes50:
- Contadores mayores: constaba solamente Enrique de Guzmán, conde de Olivares, con 265.000 mrs, y se encontraba en Roma como embajador desde 1582.
- Dos tenientes de Contador mayor de Cuentas, Francisco de Salablanca y Sancho Méndez de Salazar, con 250.000 mrs de salario.
- Fiscal: Pedro Yllán de Liébana: 187.500 mrs.
- Contadores de resultas que tenían una quitación ordinaria de 130.000 mrs, que aumentaba o disminuía en función de las licencias, permisos, o comisiones que recibían: Juan Díez de Mercado, Andrés Martínez de Azcárate, Hernando Márquez, Lucas de Orisuayn, Juan de La Peña Zorrilla, Juan de Sardaneta, Juanes de Larumbide, Martín Pérez de Castilla, Luis Vázquez de Acuña, Miguel de Lorregui, Pedro de Balmaseda, Gabriel de Cuéllar, Martín de Valencia, y Rodrigo de Camargo.
- Contadores de resultas a razón de 100.000 mrs: Luis de Alarcón, Diego Rodríguez de Torres, Pedro de Aranda, y Antonio de Galarza.
- Escribano de cámara: Martín de Pradeda, con 75.000 mrs.
- Contadores «que sirven en lugar de», es decir, de titulares que habían sido comisionados o se encontraban con licencia o enfermos, y que percibían 50.000 mrs de quitación: Juan de Jaráiz, Diego Millán, Pedro de Parsalas, y «Matheo Alemán, que sirue en lugar del contador Luys de Alarcón, que es otro de los nombrados para las dichas cuentas del medio general».
- La plantilla se completaba con el relator, licenciado Villarroel (15.000 mrs); el tasador de los procesos fiscales, Luis de Barahona (4.000 mrs), el alguacil Juan Velázquez (15.000 mrs), y los porteros Bernal Pastor y Francisco Núñez (25.000 mrs).
Después, en el «libro de multas», a todos los anteriores se le descontaban los días que, por distintos motivos, no servían y que, en el caso de Mateo Alemán, en 1585 fueron 16 días «por yndispusición». Así, entre los libros de nóminas y los de multas podemos comprobar la presencia de Mateo Alemán durante los siguientes años: como contador sustituto en lugar de Orisuayn los citados seis meses de 1584 y, en lugar del contador Alarcón, durante 1585, 1586 (otros 20 días a descontar), y 1587 (14 días «por enfermedad»)51.
Pero, en 1588, encontramos en la relación de las «personas que siruen en esta qontaduría en lugar de otros», firmada en enero, que aparece su designación en lugar de Orysuain; sin embargo, en el documento nominativo «Matheo Alemán, cuenta de lo que a de hauer y se le libran por lo que sirue en esta contaduría en lugar de contadores de resultas ausentes y enfermos», que corre de 1584 a 1591, no consta en dicho año52. Tampoco aparece Alemán durante este ejercicio de 1588 en el resto de la documentación consultada. Se trata de un año enigmático en la vida de Alemán, pues, en las biografías existentes, no se encuentran referencias vitales.
Y, de nuevo, volvemos a localizarle, en sustitución de Alarcón, en 1589, en el que Alemán solamente se ausentó 33 días y medio. ¿Qué labores llevaba a cabo Mateo Alemán durante estos años como contador de resultas sustituto? Según las citadas ordenanzas de 1569, «La orden que se ha guardar en la Contaduría mayor de Cuentas, acerca del ver y despachar de los negocios», quedaron regulados los procedimientos de intervención contable y las obligaciones del personal de la Contaduría mayor al mismo tiempo que se introdujeron reformas en su funcionamiento y cometidos53. Cada cuatro meses (en enero, mayo y septiembre) debería realizarse una relación de cuentas importantes (cap. 6), sin olvidar las cuentas extraordinarias pendientes (cap. 30) y las menudas y atinentes a fortalezas, bastimentos y fronteras (cap. 31), y con atención a las que se hubieren generado en los otros territorios de la Monarquía (cap. 20); el reparto de actividades y la tramitación de libranzas y provisiones habría de efectuarse en sesiones plenarias del tribunal, cuya dirección correspondía al Contador mayor más antiguo (cap. 7), que con su compañero resolvería las dudas cuando no hubiere unanimidad (cap. 35); anualmente los contadores de rentas de la Contaduría mayor de Hacienda tendrían que pasar las recetas sin dilaciones ni excusas, y ordenar a los que participaren en la gestión de los ingresos y gastos que las enviaran a los contadores de resultas, para ser contrastadas con las que constaban en el libro de la razón, cuyos encargados al efecto deberían transmitir relación de las gestiones que constaban en su oficio (caps. 15 y 18); las cuentas se darían bastando un llamamiento, para evitar costas y conseguir presteza (cap. 23), acompañadas de una declaración jurada del cargo y data (cap. 13); serían ordenadas de nuevo por los contadores de resultas al suprimirse los oficiales creados en julio de 1561 (cap. 3), operación que debería ser simultánea a la preparación de las dudas que pre sentaren (cap. 10); cada cuenta debería cerrarse por quien la emprendiera antes de comenzar otra nueva (cap. 12), lo que requeriría la creación de un libro en el que el escribano de cámara debería anotar quién y cuándo la empezaba (cap. 14), y la anotación clara de las enmiendas (cap. 21); en las cuentas de los lugares encabezados no sería necesario registrar el situado (cap. 22); en los libros de cargos, que se harían por duplicado y encuadernados, se inscribirían las operaciones sin esperar a los finiquitos; las cuentas fenecidas se inscribirían en un libro alfabético y cronológico (cap. 32), todos los libros tendrían que estar inventariados, numerados y custodiados (cap. 26); los nombramientos de comisarios de cuentas no deberían recaer en familiares ni deudos (cap. 8); las cuentas deberían tomarse con suficientes recaudos y, éstos, estimarse sin descuidos, so pena de sanción (caps. 17 y 24); los alcances deberían cobrarse con rapidez y ponerse a disposición del receptor (cap. 16), por oficiales ejecutores honestos y diligentes (cap. 27); el personal no podría excusar su asistencia (cap. 4) ni quedar ociosos por falta de sus compañeros de cuentas (cap. 25), debería ser puntual (cap. 9), guardar secreto de sus actividades y no dedicarse a asuntos privados ni interpuestos (cap. 28); los contadores de resultas habrían de acudir al tribunal de oidores de la Contaduría mayor de Hacienda para defender sus actuaciones (cap. 11), y tener buena comunicación con los oficiales de ella para proceder al consumo de libranzas y juros (cap. 19); el fiscal daría cuenta los sábados de sus diligencias, que tendrían que constar en un libro (cap. 33), y el asesor letrado y el relator acudirían siempre que fueran llamados y no sólo un día a la semana (cap. 34).
Pues bien, al año siguiente, en 1590, Alemán sirvió prorrata con Sebastián de Arcaya, por lo que se ausentó 194 días. Sabido es que, el 26 de mayo, fue comisionado por el Consejo de Hacienda para que actuara en Lorca y Cartagena a revisar las cuentas de los respectivos tesoreros Juan y Diego Felices Duque, con un salario diario de 700 mrs. Allí sufrió, el 20 de enero de 1591, el famoso percance que le pudo llevar a la muerte, al alcanzarle en la cabeza un taco de una salva de artillería en el puerto de Cartagena, del que se salvó milagrosamente y que le haría escribir años después el San Antonio de Padua. Esta comisión se prolongó hasta el 7 de mayo de 159154.
Una exigua medranza cortesana: ¿en el círculo de Mateo Vázquez?
Llegados a este punto, resulta pertinente interrogarnos sobre algunas cuestiones básicas sobre las que páginas atrás ya hemos hecho algún apunte. ¿Quién había procurado el nombramiento como juez de comisión en Usagre y Llerena? ¿Quién le apoyó mientras estuvo procesado y tuvo la corte por cárcel y posteriormente promovió su nombramiento como contador interino? ¿Ambos episodios estuvieron relacionados? ¿Quién le apadrinó en su acceso a la administración cortesana?
El Contador mayor, don Enrique de Guzmán, II conde de Olivares, se encontraba como embajador en Roma desde 1582, y como su antecesor y sucesores, se limitaba a percibir los salarios correspondientes. Al frente de la Contaduría mayor, en realidad, actuaban los tenientes, Francisco de Salablanca y Sancho Méndez de Salazar. Ambos habían sido clientes y apadrinados por el cardenal Espinosa. ¿Podemos, pues, trazar una línea con el secretario Mateo Vázquez, que, en la década de 1580 se encontró en el apogeo de su influencia cortesana? Precisamente, Vázquez de Leca se había criado y educado en Sevilla y era coetáneo de Mateo Alemán, y no resulta descabellado suponer que se conocieron, probablemente, en sus años de juventud y que, después, en la corte, mantuvieron su relación clientelar, hasta la muerte del secretario en 1591.
Por su parte, siguiendo a Márquez Villanueva, Gómez Canseco da por hecho que Alemán estuvo integrado en el círculo intelectual del poderoso secretario de Felipe II, en el que también participaban sus amigos Alonso de Barros y Pérez de Herrera:
En la corte madrileña, sin embargo, Alemán conectó de manera activa con un grupo de letrados y funcionarios reales que compartían una misma ideología trufada de moral estoica, cristianismo, atención a los pobres, reforma social y tacitismo político. En él se integraron gentes señaladas en la administración de Felipe II, como Cristóbal Pérez de Herrera, Hernando de Soto, Francisco Vallés o Alonso de Barros. A esos afanes parece responder el retrato que, en 1597, encargó al grabador flamenco Pierre Perret, donde se muestra con atuendo cortesano, señalando con una mano hacia un desolador emblema moral y sosteniendo con la otra un libro de Cornelio Tácito…55.
En esta idea han abundado otros autores, como Varo Zafra, quien señala
la existencia de dos grupos de intelectuales tacitistas en el reinado de Felipe II: el primero, en los primeros lustros del reinado, vinculado a la facción ebolista y a Antonio Pérez, con Arias Montano y Diego Hurtado de Mendoza a la cabeza; el segundo, después de la anexión de Portugal a la corona filipina, en torno a Mateo Vázquez de Leca, formados por los «hombres de corte» que ya hemos aludido, más preocupados por cuestiones de reformismo social y económico que por la razón de Estado56.
Al mismo tiempo que desempeñaba su oficio como contador sustituto de resultas, Alemán prosperó en la adquisición de propiedades, a través de la concertación de una serie de censos o préstamos hipotecarios. En 1933 Rodríguez Marín ofreció algunos documentos extraídos del Archivo de Protocolos de Madrid comprendidos entre el 19 de octubre de 1586 y el 25 de septiembre de 1589. Podemos aclarar que para ello Alemán tuvo que empeñarse mediante cuatro censos sucesivos: el primero, un censo perpetuo sobre la adquisición de un solar en la parroquia de San Martín comprado al licenciado Barrionuevo de Peralta, por 1.400 reales (47.600 mrs), cuya pensión a 14.000 el millar podemos estimar en 3.400 mrs; los tres siguientes, sobre la edificación, suscritos con Juan de Sardaneta, vecino y regidor de Madrid: uno, por 200 ducados (75.000 mrs), del que podemos estimar una anualidad de 5.570 mrs; otro, por cien ducados (37.500 mrs), que conllevaba un pago anual de 2.678 mrs, sí que nos permite calcular el rendimiento: precisamente, del 7,14 %, un 14.000 el millar, que era el tipo habitual para estas operaciones; el último, por cien ducados y una retribución de 2.678 mrs. como el anterior (37.500 mrs)57. En total, la suma anual que pagaba por los censos ascendía, aproximadamente, a 14.326 mrs, que, en total, corresponderían a un capital cercano a los 198.000 mrs (unos 537 dcs).
Años finales en la administración contable
Su último año de servicio como contador de resultas en ejercicio fue 1591, también en sustitución de Luis de Alarcón, en el que también desempeñó dos comisiones, la ya citada en Cartagena y Murcia (que terminó a primeros de mayo) y otra más sobre la que no hay datos confirmados. Con su asignación de 50.000 mrs, en el libro de multas se le descontaron 206 días, por lo que solamente percibió 25.413 mrs, «los quales uvo de auer desde 7 de mayo del dicho año que volvió de su comisión, hasta 13 de noviembre que volvió a otra»58. De esta nueva comisión, emprendida en el otoño de 1591 no tenemos noticias ciertas, pero sabemos que, en 1592, Mateo Alemán estuvo en Sevilla con título de «contador de su Majestad»59.
Al año siguiente, en 1593, Alemán realizó una conocida inspección por encargo del Consejo de Órdenes, que ha sido objeto de varios estudios, como juez visitador a las minas de mercurio de Almadén, que durante décadas se mantenía en arrendamiento a los Fugger60. La explotación se trataba de un negocio sumamente lucrativo, ya que la producción se destinaba a la amalgama de la plata indiana y debía mantener un flujo en incremento constante. Llegado para conocer las condiciones de trabajo de los galeotes forzados, la visita apenas se prolongó unas semanas, entre enero y febrero, pues la influencia de los banqueros alemanes fue determinante para que el Consejo de Órdenes decidiera suspender la comisión y, acaso, conllevar la desgracia y el finiquito de Alemán en el servicio cortesano.
Para terminar con este apartado, respecto de los años de servicio de Alemán como contador de resultas hay un dato incierto que se ha repetido como consecuencia de una mención que el propio escritor incluye en su Ortografía: en ella, refiere que «En el tiempo que asistí, siruiendo al rei don Felipe II, en oficio de contador de resultas, en su contaduría mayor de Cuentas, entre otras muchas grandezas que vi en su corte, fue, que aviendo allí llegado de parte de su santidad Pio Quinto, cierto príncipe de la iglesia, para tratar negocios de ella, tanto gustó de algunos cortesanos de injenio que con curiosidad procuró ganar su amistad…»61. Pues bien, varios autores han identificado a dicho legado pontificio como «el cardenal Alessandrino, que estuvo en la corte de España por Octubre y Noviembre de 1571, y aun algunos días de enero de 1572»62.
Así que, de esta forma tan peculiar, se ha sugerido que Alemán ejerció en o desde aquella fecha como contador de resultas, cálculo todavía más enredado como consecuencia de la dedicatoria del alférez Valdés, en la que apunta que fueron veinte los años que sirvió dicho oficio. Tras una intensa búsqueda documental, podemos rechazar, fehacientemente, que Alemán ejerciera dicho cargo siquiera algunos meses en 1571: hemos localizado la data de pagos de los integrantes de este año, y no aparece ni en la plantilla oficial ni en la lista de «las personas que adelante dirá… que ouieron de aver por sus salarios por lo que serbieron en la Contaduría mayor de Quentas de su Magestad, en lugar de algunos contadores de resultas de ella»63.
Fuera error de imprenta o fallo de la memoria, a nuestro juicio, hay varias explicaciones. Por una parte, quizás el antiguo contador se estuviera refiriendo a otro príncipe eclesiástico y a otro pontífice, Sixto V, fácil de confundir con Pío V. Pues bien, Sixto V envió en abril de 1586 a dos legados, uno como nuncio, Cesare Speciano, obispo de Novara, y otro como colector general, Cesare Parisano, para tratar asuntos diplomáticos de enjundia, como la financiación de la Gran Armada. Ya en diciembre de 1588 Speciano fue relevado como nuncio por Annibale de Grassis64. Por otra parte, cabría otra posible explicación, acaso más plausible y más encaminada: que Alemán se estuviera refiriendo a un familiar romano de Pío V, que llegó a la corte de Felipe II por su mandato para estudiar en las universidades de Alcalá (1576-1577) y Salamanca (1578-1583) y que llegaría a cardenal: Ascanio Colonna, quien permanecería en España hasta 1586 rodeado de un círculo de literatos bien documentado65. La mención que se encuentra en la Ortografía hubo de referirse, probablemente, a alguno de estos personajes.
Concluyendo, interrogantes finales: dedicatorias, elogios y loas
Una de las importantes cuestiones que me plantearon los organizadores de este congreso se refería a determinar las relaciones que pudo mantener Alemán con el marqués de Poza, presidente del Consejo de Hacienda entre 1595 y 1602, a quién le dedicara la primera parte en los preliminares del Guzmán de Alfarache, en sentidas palabras, repletas de intenciones, que fueron escritas entre 1597, cuando la obra se terminó de escribir, y 1599, cuando vio la luz una vez impresa y autorizada66. Sobre este noble me he ocupado en diversas ocasiones, la primera, con ocasión de mi libro sobre el Consejo de Hacienda durante el siglo XVI67. Se trata de un interés que siempre ha permanecido latente, incentivado también por la atenta lectura que hice, por entonces, del libro de Cavillac, Pícaros y mercaderes, para afianzar mis investigaciones sobre el siglo de los genoveses, el devenir del crédito mercantil y financiero, y las crisis hacendísticas de Felipe II. En efecto, en esta obra pude aprender datos y reflexiones sumamente sugerentes sobre las relaciones entre las actividades mercantiles, la literatura y la sociedad en la España de los Austrias y, en particular, en la coyuntura de la dura crisis finisecular en la que se insertaba la publicación del Guzmán de Alfarache. Y, entre sus páginas, aunque tampoco aportara datos definitivos, Cavillac planteó diversas cuestiones referentes a la señalada epístola dedicatoria que Alemán dirigiera al marqués de Poza, que no quisiera corregir, pero sí matizar68.
Se preguntaba Cavillac si, «En el supuesto de que nuestro contador se hubiera sentido culpable de una falta profesional grave, ¿se habría aventurado (incluso años después de su dimisión) a dedicar el Guzmán a un hombre que habría recibido dicho homenaje como una provocación un tanto cínica?» Y se responde: «Verdaderamente, esta dedicatoria… implica por parte de Alemán la conciencia de haber sido víctima de un complot…». Así, según su análisis, la dedicatoria consta de dos partes: la primera mitad sería un alegato contra la murmuración, en la que Alemán se quejaba de una administración ingrata; la segunda, una alusión ético-política a la rendición de la Real Hacienda a los intereses de los asentistas. Intentaré profundizar en estas cuestiones. Efectivamente, el primer párrafo de la dedicatoria de Alemán al marqués de Poza contiene, en efecto, una diatriba más o menos encubierta contra los difamadores cortesanos, escándalo de la república, fiscales de la inocencia y verdugos de la virtud, a los que, líneas atrás, ha señalado como de oscura sangre, nacimiento humilde y bajos pensamientos. Me pregunto si pensaba Alemán en alguna persona en concreto, muy probablemente, de origen judeoconverso, que hubiera provocado su «perdición». Si este fuera el caso, abro un nuevo interrogante: ¿el oculto destinario de estas alusiones pudo ser el fiscal de la Contaduría mayor de Cuentas, Pedro Yllán de Liébana, que le había acusado en las querellas de Usagre y Llerena? ¿Quién, si no, tenía tal oficio y, acaso, oscura sangre? Más adelante añadimos otra hipótesis.
Tras la críptica dedicatoria al marqués, el elogio con el que a continuación Alonso de Barros prologa la obra añade dudas sustanciales respecto a los motivos que habían compelido, al autor del Guzmán de Alfarache, a dejar sus actividades contables: «pues habiéndose criado desde sus primeros años en el estudio de las letras humanas, no le podrán pedir residencia del ocio ni menos de que en esta historia se ha entremetido en ajena profesión, pues por ser tan suya y tan ajena a sus estudios, el deseo de escribirla le retiró y distrajo del honroso entretenimiento de los papeles de su Majestad, en los cuales, aunque bien suficiente para tratarlos, parece que se hallaba violentado, pues se volvió a su primero ejercicio…»69.
En cuanto a esta frase, siguiendo de nuevo a Cavillac, insiste en que estaría relacionada con un «cese vergonzoso»:
El fugaz, aunque voluntarioso, homenaje de Barros a la honestidad del «contador Mateo Alemán» no deja sin embargo de producir perplejidad. En el supuesto de que éste cometiera efectivamente notorios fraudes en su contaduría, resultaría insostenible la «mentira piadosa» del aposentador que, además, figura escasas páginas después de la Dedicatoria del Guzmán a Don Francisco de Rojas, «Presidente del Consejo de Hacienda y tribunales della», o sea a un personaje que no podía ignorar la verdad sobre el caso Alemán. La dimisión o renuncia en cuestión hubo de insertarse en un contexto más complejo si recordamos que todo el discurso dirigido a Francisco de Rojas apunta a recabar una rehabilitación. Al dar a entender que él fue ante todo víctima de viles «calumnias» por parte de «fiscales de la inocencia y verdugos de la virtud que «son escándalo en la república», Alemán tendía a situarse en el terreno político. Ahí está, tal vez, la clave del enigmático episodio70.
En todo caso, la renuncia o cese del contador hubo de producirse bajo el mandado del licenciado Laguna, entre 1592 y 1595, antes del ascenso de Poza a la presidencia. Y, en el segundo párrafo el antiguo contador busca abiertamente la protección del marqués de Poza ante los que puedan sembrar su veneno, calumniándome, pero ¿por qué motivo? Es aquí donde pudiera considerarse que libro y autor se confunden uno en otro, y viceversa, de manera que el escritor se encomienda a don Francisco de Rojas esperando que, «estendiendo las alas de su acostumbrada clemencia, debajo de ellas quedará mi libro libre de los que pudieran calumniarle»; así, el pícaro mudaría a «admitido cortesano» y, lo que es lo mismo, Alemán recuperaría honra y obra.
Estando probablemente la dedicatoria a Poza y la loa de Barros sintonizadas, aquí encaja la «segunda carta» a un amigo, dirigida a Pérez de Herrera, fechada a mediados de octubre de 1597, en la que tristemente se lamenta de la situación que le toca vivir, no
en el tiempo de las abundancias, antes en el estéril y de conocida pobreza… fatigado de tristezas… y son mis fuerzas pocas contra tantos enemigos… Ya sabes mi soledad, mi flaca substancia, ya me ves por oprobio reputado. Los que de mí recibieron bien, me dejaron; los que alegremente comieron, con rostro triste y enfado me despiden de su puerta, negándome su conversación y compañía, que es por la ingratitud; más me duelen los que me halagaban y consolaban… 71.
Tales documentos coetáneos, puestos en su contexto histórico, hacen pertinente reiterar dos preguntas estrechamente relacionadas cuya respuesta debemos abordar a la luz de la documentación: ¿cuál hubo de ser la relación del autor del Guzmán de Alfarache con los presidentes Laguna y Poza? ¿Estuvo implicado Alemán en la visita del Consejo y contadurías mayores? En tiempos de la presidencia de Poza se culminó la visita que fuera iniciada tiempo atrás por el licenciado Laguna. Desde agosto de 1592 una comisión del Consejo Real se había encargado de revisar las pruebas y de establecer la culpabilidad o inocencia de aquellos personajes que desde 1578 habían pertenecido a los distintos organismos de la administración hacendística72. Al fin, la sentencia fue publicada el 20 de febrero de 1596, sancionando mediante reprehensión, multa pecuniaria o privación perpetua o temporal de oficio, a numerosos ministros y oficiales que habían incurrido en prevaricación, cohecho, tratos ilícitos con hombres de negocios o mal cumplimiento de sus deberes. Las principales culpabilidades se localizaron en el Consejo de Hacienda y la Contaduría mayor de Hacienda (el secretario López de Velasco fue multado con 300.000 mrs. y expulsado de la administración); el contador Tristán de la Torre, sancionado a pagar 142.500 mrs; y los oficiales menores Alonso de Bonifaz, Antonio de Noain, Gaspar de Herrera y Juan del Hoyo, multados respectivamente con 1.683.336, 700.000, y 20.000 mrs.), y en el comportamiento de los oidores de la Contaduría mayor de Hacienda (Agustín Alvarez, ya consejero de Indias, fue condenado a pagar 750.000 mrs, y Fernando de Saavedra, 575.000 mrs).
¿Qué destino tuvieron los antiguos compañeros de Mateo Alemán en la Contaduría mayor de Cuentas? En la visita de 1596 resultaron castigados los tenientes de Contador mayor de Cuentas bajo cuyo mando había ejercido Alemán: Sancho Méndez de Salazar fue multado con 37.500 mrs y, Francisco de Salablanca, que había desempeñado dicho oficio hasta 1594, con 75.000 mrs. Se trataba de sanciones pecuniarias de poca enjundia. Este mismo año Salablanca ingresó en el Consejo y Contaduría mayor de Hacienda, que había sido reformado el año antes. Continuó perteneciendo al Consejo de Hacienda tras la reforma de 1602, hasta que falleció en 1607. Por otra parte, el contador de resultas al que Alemán había sustituido durante varios años, Luis de Alarcón, el 27 de marzo de 1596, fue nombrado contador de relaciones extraordinarias y tierras de la Contaduría mayor de Hacienda. Posteriormente, ascendió a fiscal de la Contaduría mayor de Cuentas y, en 1603, a contador mayor. El 8 de junio de 1613 fue nombrado consejero de Hacienda en plaza supernumeraria73.
¿Qué relación pudo haber, insistimos, entre la visita y Mateo Alemán? ¿Algún otro suceso cortesano le compelió a cortar su carrera en la administración hacendístico contable de Felipe II y retornar a sus ocupaciones mercantiles y literarias? ¿Acaso, las palabras «fiscales de la inocencia» iban dirigidas a Alonso Ramírez de Prado, que fue fiscal de la Contaduría mayor de Hacienda entre 1590 y 1599, y de origen converso?74. En la relación de encausados no consta Alemán, pero, como no se han conservado o localizado completa la visita, desconocemos si participó en los interrogatorios. Por otra parte, he llevado a cabo una intensa búsqueda documental en Simancas sobre estas cuestiones, pero el resultado no ha sido positivo, no hay rastro de comunicaciones entre Alemán con Laguna o con Poza75. Además, he revisado nuevamente la extensa correspondencia mantenida entre el marqués y don Cristóbal de Moura, en la que se refieren asuntos cortesanos y financieros, y de la que podemos extraer varias afirmaciones: Poza no estaba satisfecho con el resultado de la visita, en la que no había intervenido, y era sumamente crítico con los asentistas genoveses76.
En todo caso, la renuncia o cese del contador tuvo lugar entre 1593 y 1595 y, aquí, podemos encontrar alguna clave, en conexión con las vicisitudes cortesanas que acompañaron al cambio de facciones. Aunque Cavillac indica que el cese de Alemán pudo estar relacionado con la caída en desgracia del marqués de Auñón, no parece que las fechas encajen, pues este personaje había sido visitado años antes y su relación personal no hubo de tener continuidad después de 157177. Sin embargo, en los mismos años en que Alemán salió de la administración contable se había producido el fallecimiento del secretario Vázquez de Leca y, otro de los clientes del círculo del secretario, el antiguo tesorero general y consejero de Hacienda, Juan Fernández de Espinosa, se hallaba procesado. ¿Aquí podría encontrarse un posible vínculo con la exclusión de Alemán de la Contaduría mayor de Cuentas?
La visita emprendida por Laguna a Fernández de Espinosa, iniciada en 1588, nos revela una intensa pugna faccional en el seno de la Contaduría mayor de Cuentas: así, el teniente Sancho Méndez de Salazar, con una larga experiencia, denunciaba la connivencia de Fernández de Espinosa con el otro teniente de contador, Salablanca, y varios oficiales, Alarcón y el secretario Pradeda, apoyados por Mateo Vázquez y los presidentes de los consejos de Indias, Hernando Vega (que previamente lo había sido de Hacienda), y de Castilla, el conde de Barajas78. Sin embargo, el nombre de Mateo Alemán no aparece en ni en la extensa narración de Méndez de Salazar ni en la lista de interrogados y testimonios de esta otra visita. Ahora bien, parece plausible suponer una posible relación entre ambos, pues Fernández de Espinosa, arraigado en Sevilla desde 1562, había actuado como tesorero general entre 1575 y 1584, precisamente, los años en los que Alemán estuvo probablemente trajinando como recaudador de los derechos de las lanas (1576-80) y, después, comisionado a Usagre y Llerena.
A mi juicio, su salida de la Contaduría mayor de Cuentas hubo de estar relacionada con su pérdida de apoyo cortesano expresada en sus expectativas frustradas de promoción a la altura de 1593, en particular, tras el agrio desenlace de su comisión a Almadén. No resultaba sencillo recibir título oficial como contador de resultas, con la mejora salarial que conllevaba, como revelan las continuas peticiones emitidas por el personal de la Contaduría mayor: por ejemplo, entre las frecuentes solicitudes, el 9 de agosto de 1596 encontramos la del contador Hernando de Souribe, desde Lisboa, en comisión para tomar cuentas de ejércitos y armadas y, «auiendo representado seruicios y mucha antigüedad en la contaduría mayor de cuentas», reiteraba que llevaba once años insistiendo sin haber sido atendido79. Todo en vano. En cuanto a las recomendaciones que hizo el presidente Poza, pudiera resultar interesante que, en carta de 28 de marzo, sugirió la promoción como contadores de resultas a Tristán de la Torre y Pedro de Bañuelos80. Pero en ningún caso aparece en su correspondencia el nombre de Mateo Alemán.
Así mismo, y finalmente, resulta necesario ampliar la interpretación de la dedicatoria al marqués de Poza con la loa del alférez Luis de Valdés a Mateo Alemán, en los preliminares de la Segunda Parte, publicada de 1604:
Y, como sabemos, dejó por su voluntad la Casa Real, donde sirvió casi veinte años, los mejores de su edad, oficio de contador de resultas de su Majestad el rey Felipe II, que está en gloria, y en otros muchos muy graves negocios y visitas que se le cometieron, de que siempre dio toda buena satisfacción, procediendo con tanta rectitud que llegó a quedar de tal manera pobre que, no pudiendo continuar sus servicios con tanta necesidad, se retrujo con menos ostentación y obligaciones81.
Pero ¿quién fue este alférez Valdés, del que nada se sabe? ¿Pudo tratarse de un personaje apócrifo, creado por el propio Alemán, para darle voz y justificarse a sí mismo? Fuere quien fuere su cuenta de los veinte años resulta, como hemos visto, una cuenta incorrecta de sus años de servicio como contador sustituto de resultas, que corrieron de junio de 1584 a diciembre de 1591. Si le sumamos el año como juez ejecutor en Extremadura y las comisiones de 1592 y 1593, podríamos llegar a poco más de diez años.
Así hubieron de sumarse en Mateo Alemán, a partir de 1593, la frustración por la fallida comisión a Almadén (en la que acaso rechazó sobornos o ganancias), la carencia de sostén en la corte, sus deseos simultáneos de cambiar de ocupación y dedicarse a negocios de más sustancia (aunque resultarían de escaso éxito comercial), y al mismo tiempo, de integrarse plenamente en la creación literaria. Víctima de los «fiscales de la inocencia», con su reputación humillada y objeto de «oprobio», solamente podía oponer su «rectitud». En suma, un violentado y desconsolado Mateo Alemán que, no en vano, se haría retratar sujetando un libro de Tácito82, en imagen reflejo de los peligros que se afrontaban en el laberinto de la corte, en donde no existían los verdaderos amigos y la soledad era el destino de los que carecían de patrón. Este había sido el infortunio de Mateo Alemán.
APÉNDICES
Apéndice 1: carta manuscrita de Mateo Alemán,
23 de junio de 1583 (AGS, EH, leg. 767, doc. 8-10).
Notes
- Francisco Rodríguez Marín, Discursos Leídos Ante la Real Academia Española por los Excmos. Señores D. Francisco Rodríguez Marín Y D. Marcelino Menéndez y Pelayo en la Recepción Pública del Primero el Día 27 de Octubre de 1907, Sevilla, 1907, p. 18 (con referencia a Archivo de Protocolos de Sevilla, Baltasar de Godoy, lib. 3º de 1571, f. 788). Lo reproduce, Idem, Documentos referentes a Mateo Alemán y a sus deudos más cercanos (1546-1607), Madrid, Archivos, 1933, p. 21.
- Modesto Ulloa, La hacienda real de Castilla en tiempos de Felipe II, Madrid, FUE, 1986 (3ª ed. revisada), p. 611, 618 y 620.
- Archivo General de Simancas (AGS), Comisaría de Cruzada (CCR), leg. 12. Ahora bien, la actividad no tuvo lugar en años anteriores ni continuidad en los años siguientes (hemos consultado los legajos 11-16).
- Cristóbal Pérez Pastor, Bibliografía Madrileña, parte segunda (1601 a 1620), Madrid, Tip. de los Huérfanos, 1906, p. 2: «Poder de Juan Martínez de Asteyza, recaudador mayor de la renta de las sacas de lana de estos reinos para fuera dellos de los distritos de los puertos de Aragón y Obispados de Osma, Sigüenza y Calahorra con el partido de Requena y almojarifazgo mayor de Sevilla, á Mateo Alemán, vecino de Sevilla, para cobrar dichas rentas en su nombre, durante los seis años del arrendamiento que ha hecho. Madrid, 5 de Enero de 1576. (Protocolo de Pedro de Avia, 1576, fol. 708)».
- M. Ulloa, La hacienda real…, p. 342. Cita AGS, CMC (Contaduría Mayor de Cuentas), 2ª época, legs. 153, 187, 215, 231, 241, 243, 310, 341, CG (Contadurías Generales (CG), leg. 2674, pero tras consultarlos no hemos encontrado documentación al respecto de Mateo Alemán. Siguiendo esta pista, Henri Lapeyre, El comercio exterior de Castilla a través de las aduanas de Felipe II, Valladolid, PU, 1981, p. 56, señala que el arriendo de los puertos secos de Portugal se adjudicó a Asteyza en 1572-1574, por 30.755.000, con ref. en AGS, CG, 2036, y EMR (Escribanía Mayor de Rentas), 383. Para los derechos de las lanas, Lapeyre, p. 173 y 175, arrendatario para 1575-80, por 19.487.292 mrs, referencia, en EMR, 384 (cargo de 1575). Revisados estos legajos, en ninguno de ellos hemos encontrado documentación sobre Mateo Alemán.
- Martín Fernández de Navarrete, Vida de Miguel de Cervantes Saavedra, escrita e ilustrada con varias noticias y documentos inéditos pertenecientes a la historia y literatura de su tiempo, Madrid, Imprenta Real, 1819, p. 440-441.
- F. Rodríguez Marín, Documentos…, p. 22-25. Este episodio pudiera estar relacionado con el que se refiere en su obra, San Antonio de Padua, Sevilla, 1604, p. 168v-170r, y que refiere Michel Cavillac, Guzmán de Alfarache y la novela moderna, Madrid, Casa de Velázquez, 2010, p. 31 (nota 24), pero respecto a su salida de la Contaduría mayor hacia 1594.
- Claudio Guillén, «Los pleitos extremeños de Mateo Alemán: I. El juez, <Dios de la Tierra>», en Archivos Hispalenses, XXXII (1960), p. 387-407.
- Edmond Cros, Mateo Alemán. Introducción a su vida y a su obra, Madrid, Anaya, 1971, p. 22-23; M. Domínguez y Pedro M. Piñero, «Cronología de la vida de Mateo Alemán», en Mateo Alemán, La obra completa, Sevilla, Iberoamericana, 2014, vol. I, p. LXXXIX-XC.
- AGS, EH (Expedientes de Hacienda), leg. 767.
- AGS, EH, leg. 767, fols. 85-98v.
- AGS, EH, leg. 767, fols. 1, 2, 5, 6 y 7.
- AGS, EH, leg. 767, sin foliar, requiriéndole que enviara «relación çierta y verdadera, firmada de vuestro nombre, de lo que en el dicho negocio a pasado, y juntamente con ella los procesos originales ouiéredes hecho…».
- La respuesta también fue transcrita por Guillén, p. 396-401, pero hemos preferido acudir al original (AGS, EH, leg. 767, doc. 8-10), que también consta en el apéndice.
- C. Guillén, «Los pleitos extremeños», p. 465-476. Otra noticia coetánea del contenido del documento se debe a una publicación de Miguel Marticorena Estrada, que lo comentó sucintamente en «Nuevos datos sobre Mateo Alemán», Estudios Americanos, XX, 103 (1960), p. 59-60. Por su parte, Francisco Rico, La novela picaresca española, Barcelona, Seix Barral, 1967, I, p. LXXXVII, también lo cita e identifica al autor como M. Estrada Maticorena. En su momento, E. Cros, «La vie de Mateo Alemán», p. 22-23, también realizó una breve síntesis del documento.
- AGS, EH, leg. 761.
- AGS, EH, leg. 761, doc. 48.
- AGS, EH, leg. 761, doc. 49 (véase en el apéndice).
- AGS, EH, leg. 761, doc. 49, parcialmente transcrito por Guillén, p. 405-406.
- AGS, EH, leg. 761, doc. 130 (véase en el apéndice), que completamos con docs. 131-145, la aportación del escribano de Alemán, Alexo Ramírez, y otros testimonios.
- AGS, EH, leg. 761, doc. 50.
- AGS, EH, leg. 761, doc. 82-83. La cursiva es nuestra.
- AGS, EH, leg. 761, docs. 106 y 107.
- Es el título del legajo, AGS, EH, leg. 761, si bien lo sustancial se encuentra en doc. 84-105.
- AGS, EH, leg. 761, si bien lo sustancial se encuentra en doc. 84-85.
- AGS, EH, leg. 761, docs. 148-159 (véase completa en el apéndice).
- AGS, EH, leg. 761, docs. 161-162.
- AGS, EH, leg. 761, doc. 105v.
- AGS, EH, leg. 761, doc. 108.
- AGS, EH, leg. 761, docs. 108-112. Podemos completar así la secuencia narrada por Cros y seguida por otros autores; precisamente, otro breve documento publicado por este autor refirió el salario cobrado por Andrés de Ledesma, por ir en búsqueda y captura de Alemán, 20 días de ida y vuelta a razón de 400 mrs diarios (Edmond Cros, «La vie de Mateo Alemán. Quelques documents inédits. Quelques suggestions», Bulletin Hispanique, 72 (3-4), 1970, p. 337 [localizado en AGS, CMC, 3ª época, leg. 224]).
- AGS, EH, leg. 761, doc. 113 (incluido en el apéndice).
- AGS, EH, leg. 761, docs. 117-124 (incluido en el apéndice).
- AGS, EH, leg. 761, docs. 116 (incluido en el apéndice).
- AGS, EH, leg. 761, doc. 125r.
- AGS, EH, leg. 761, doc. 126r.
- AGS, EH, leg. 761, doc. 127.
- AGS, EH, leg. 761, docs. 128-129, fechado el 29 de noviembre, que transcribimos casi al completo: «Pero Alonso, en nombre de Mateo Alemán, juez executor que fue nombrado por vuestra Alteza para tomar quentas a los depositarios y administradores de los vienes de Miguel Gutiérrez, tesorero que fue de lo encauezado de la provincia de León, digo que estando entendiendo en la dicha su comisión, Luis Chaparro alcalde de la hermandad de la villa de Usagre y Juan de Cauañas alguacil de la villa de Llerena, presentaron ante V. Alteza çiertas informaciones hechas ante el gobernador de aquel partido, de prisiones y agrauios que decían hauerles hecho durante el exercicio de la dicha su comisión, y auerse entrometido en cosas que no tocauan a ella, y V. Alteza mandó que viniese preso a esta corte y ansí lo hiço, y en ella se le ha tomado su confisión y notificado que se le hace cargo de lo que contra él resulta de las dichas informaciones, y satisfaciendo a ello digo que a de ser absuelto y dado por libre de todo ello, porque lo que cerca desto pasa es lo que tiene dicho y declarado en su confisión, hiço lo que debía y hera obligado con particular cuidado y diligencia como parecerá y constará por los recaudos que desto truxo. Y las prisiones y lo demás que dicen que hiço de que se le quiere y pretende ynputar culpa, fue con justa causa y todo ello fue sobre cosas dependientes de su comisión, como consta y parece por estos autos y testimonios e información que presentó y juró en forma que todo ello es cierto y verdadero, y siendo necesario me ofrezco a darla más bastante, y de la información que se hiço en contrario, desto no se deue hacer ningún caudal ni casso, porque demás de ser sumaria y hecha simplemente los testigos que en ella depusieron heran y son enemigos del dicho mi parte, y personas a quien no se deue dar fee ni crédito alguno. Por tanto, a V. Alteza pido y suplico mande absoluer y dar por libre al dicho mi parte de lo contenido en los dichos cargos y de lo demás contra él pedido o demandado la razón desto, y que se le alce libremente la carcelería que le fue puesta. Y pido justicia y costas y para ello [¿]. Otrosí digo que estando mi parte en la dicha comisión envió ante V. Alteza y a poder del secretario desta causa muchos testimonios y recaudos tocantes a sus descargos y desagrauios que le hacia e hizo el gouernador de aquel partido. A V. Alteza suplico mande a vuestro secretario ponga y junte con este proceso los dichos testimonios y recaudos y que el relator lo vea y haga relación de todo ello, que si necesario es desde luego lo presento en lo que es o puede ser en mi fauor o no en más, y para ello [¿]». También consta en los apéndices.
- AGS, EH, leg. 761, doc. 166. Sin fecha.
- AGS, EH, leg. 761, doc. 167 (incluido en el apéndice).
- AGS, EH, leg. 761, doc. 168. La lectura de la acusación del fiscal y esta respuesta pudieran hacernos suponer que aquí estaba la acusación que Tomás González refiriera, como comentábamos a principios del trabajo, si es que el ilustre archivero llegó a leer estos documentos (incluido en el apéndice).
- AGS, EH, leg. 761, doc. 170 (incluido en el apéndice).
- AGS, EH, leg. 761, doc. 171 (incluido en el apéndice).
- AGS, EH, leg. 761, doc. 172 (incluido en el apéndice).
- AGS, EH, leg. 761, doc. 173 (incluido en el apéndice).
- J. Martínez Millán y C.J. De Carlos Morales, Felipe II (1527-1598): la configuración de la monarquía hispana, Valladolid, 1998, p. 219-ss.
- F. Rodríguez Marín, Discursos…, p. 19-22. Véase infra, nuestra documentación descartando 1571, deducida erróneamente por algunos autores de su comentario en la Ortografía y la cuenta de 20 años a deducir del alférez Valdés.
- E. Cros, Mateo Alemán: introducción a su vida y a su obra, p. 21, «pseudo contador», le llama.
- Al respecto, Carlos J. De Carlos Morales, «Los medios de control contable de las finanzas reales en tiempos de Felipe II: el teniente Francisco Gutiérrez de Cuéllar y la Contaduría mayor de Cuentas, 1560-1579», en José Martínez Millán (dir.), Felipe II (1527-1598). Europa y la Monarquía Católica, 4 vols., Madrid, Parteluz, 1998, II, p.171-173.
- AGS, CMC, 3ª época, leg. 1500, sin numerar.
- AGS, CMC, 3ª época, leg. 204.
- AGS, CMC, 3ª época, legs. 1500, 204, 223, 224, 244.
- Ibíd., leg. 1500.
- Reproduzco parcialmente el texto que ya escribí en Carlos J. De Carlos Morales, «Los medios de control contable», art. cit., p. 172-173.
- Domínguez y Piñero, p. XCI-XCII. Aunque he buscado en el Archivo General de Simancas datos sobre la labor de Alemán en Murcia, el resultado ha sido, a día de hoy, infructuoso. Por su parte, E. Cros, «La vie de Mateo Alemán…», p. 336-337, transcribió parcialmente un documento de AGS, CMC, 3º época, leg. 224, que refiere muy brevemente el objeto de su comisión.
- Luis Gómez Canseco, «El contador Mateo Alemán. Literatura y modernidad en la España de los Austrias», Andalucía en la Historia, 7, 2015, p. 80-84. El apunte seminal lo dejó Francisco Márquez Villanueva, «Sobre el lanzamiento y recepción del Guzmán de Alfarache», Bulletin Hispanique, 92-1 (1990), p. 551: «La vida literaria de Mateo Alemán anterior a 1599 le muestra inserto en un minúsculo círculo madrileño de funcionarios y burócratas aficionados a las Letras. Son figuras secundarias y ligadas por un común interés en cuestiones de ética social y política, conforme a la tendencia preracionalista que comienza a cuajar en la segunda mitad del reinado de Felipe II».
- Juan Varo Zafra, «Grupos tacitistas españoles en el siglo XVI», Signa, 24, 2015, p. 537-556. Sobre este círculo literario, Patricia Marín Cepeda, Cervantes y la corte de Felipe II: Escritores en el entorno de Ascanio Colonna (1560-1608), Madrid, Polifemo, 2015, si bien no encontramos referencias sobre Alemán.
- F. Rodríguez Marín, Documentos, p. 26-28, y también, A. Rodríguez-Moñino, «Residencia de Mateo Alemán», El Criticón, II (1935), p. 32, manejado por Rico, La novela picaresca…, p. LXXXVIII. En dichas publicaciones hay alguna errata en las cantidades. Por nuestra parte, hacemos constar que Sardaneta había sido escribano de cámara en la Contaduría mayor de Cuentas, y, después, contador de resultas y receptor de alcances, cargo que ejercía todavía en 1591.
- AGS, CMC, 3ª época, leg. 3482, 2; ya recogió este dato E. Cros, art. cit., p. 335-336, aunque con algún error de transcripción y equivocando el mes de mayo por el de marzo.
- F. Rodríguez Marín, Documentos…, p. 28
- Germán Bleiberg, El «informe secreto» de Mateo Alemán sobre el trabajo forzoso en las minas de Almadén, Londres, Tamesis, 1984; Pilar Díez de Revenga Torres, «Una actividad poco conocida de Mateo Alemán: la visita a las minas de Almadén», en R. Mª Castañer y V. Lagüens (dir.), De moneda nunca usada: Estudios dedicados a José Mª Enguita Utrilla, Zaragoza Instituto Fernando el católico, 2010, p. 219-225; Cristina Morales Segura, Galeotes de Mercurio. El Caso de Mateo Alemán: la Interacción entre el Derecho y la Literatura en el Informe de la Mina de Mercurio de Almadén y El Guzmán de Alfarache, Madrid, Dykinson, 2020; Myriam Herrera Moreno, «Alemán en Almadén: valores penitenciarios y criminológicos de una histórica entrevista a trece galeotes del rey», Crónica Jurídica Hispalense, 16-17, 2018-2019, p. 275-304.
- M. Alemán, La obra completa, vol. 1, p. 442.
- F. Rodríguez Marín, Discursos, p. 19 y 50 (notas), plantea sus dudas (años en los que consta avecindado en Sevilla); pero aparece recogido, por ejemplo, en M. Alemán, La obra completa, vol. I, p. LXXXV.
- AGS, CMC, 1ª época, leg. 1329, fechada en Madrid a 14 de diciembre de 1571, alcances de Salablanca. Tampoco consta en las nóminas de 1571-72 ni posteriores de 1572-79.
- Enrique García Hernán, «La curia romana, Felipe II y Sixto V», Hispania Sacra, 46, 1994, p. 631-649.
- Marín Cepeda, Cervantes y la corte de Felipe II…
- Manejo la versión de M. Alemán, Guzmán de Alfarache, ed. estudio y notas de L. Gómez Canseco, Madrid 2012, p. 9-10.
- Carlos J. De Carlos Morales, El Consejo de Hacienda de Castilla en el siglo XVI. Patronazgo y clientelismo en el gobierno de las finanzas reales, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1996, p. 167-178. Al poco, redacté una breve biografía sobre el personaje para la obra, ya citada, Felipe II: la configuración de la monarquía hispana (1527-1598), p. 474. Después de esta aproximación elaboré una nueva y más extensa semblanza bibliográfica por encargo de la Real Academia de la Historia.
- Michel Cavillac, Picaros y mercaderes en el Guzmán de Alfarache, Granada, PU, 1994, p. 240-242.
- M. Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 20.
- M. Cavillac, «Libros, lecturas e ideario de Alonso de Barros, prologuista del Guzmán de Alfarache (1599)», Bulletin Hispanique, 100-1 (1998), p. 69-94 (la cita, en p. 91).
- Sobre esta segunda carta, E. Cros, Protée et le gueux. Recherche sur les origines et la nature du récit picaresque dans Guzmán de Alfarache, París 1967, p. 442-444, cuya puntuación hemos modificado apenas. También, en Piñero y Niemeyer, La obra completa, I, p. 19-22, en texto actualizado de la versión original.
- Me ocupé de esta inspección y de la presidencia del marqués de Poza, en C.J. De Carlos Morales, El Consejo de Hacienda…, p. 167-178. No se han conservado los documentos preparatorios, pero sí la sentencia final, en AGS, Dirección General del Tesoro (DGT), inv. 24, leg. 574, publicada y someramente comentada por Margarita Cuartas Rivero, «El control de los funcionarios públicos a finales del siglo XVI», Hacienda Pública Española, 87, 1984, p. 145-173. Relaciones sumarias de las condenaciones, Biblioteca Nacional de España (BNE), ms. 3.827, fols. 254-256r, e Instituto Valencia de Don Juan (IVDJ), envío 45 (caja 59), 299.
- AGS, EMR, QC, leg. 32, 193-213.
- Datos biográficos, en: https://dbe.rah.es/biografias/28661/alonso-ramirez-de-prado.
- Buscando algún billete de Alemán a los presidentes del Consejo de Hacienda he consultado, sin resultado, documentación desde 1592 en adelante: AGS, CJH, legs. 289, 294, 313, 315, 319, 327, 328, 329, 330, 331, 332, 333, 334, 335, 336, 341, 342, 346, 348, 355, 358, 368, 369, y 388.
- La correspondencia se encuentra en Britihs Library (BL), ms. Add. 28377, y ms. Add. 28378; y BNE, ms. 6178.
- M. Cavillac, «Libros, lecturas e ideario de Alonso de Barros», art. cit., p. 91-92. Al respecto, C.J. De Carlos Morales, «Ambiciones y comportamiento de los hombres de negocios: el asentista Melchor de Herrera», en José Martínez Millán (dir.), La corte de Felipe II, Madrid, Alianza, p. 405-412. Melchor de Herrera fue sancionado en 1585 y tras llegar a un acuerdo se reintegró como asentista y como consejero de Hacienda, hasta 1591. La caída en desgracia de Alemán es, pues, posterior.
- AGS, Cámara de Castilla (CC), leg. 2149, fols. 64r-71v. Carlos J. De Carlos Morales, «Finanzas y relaciones clientelares en la Corte de Felipe II: Juan Fernández de Espinosa, banquero y ministro del rey», en Política, religión e inquisición en la España Moderna. Homenaje al profesor Pérez Villanueva, Madrid, UAM, 1996, p. 233-237. La protección del secretario Vázquez y del Conde de Barajas de momento salvaron al hombre de negocios y ministro de Felipe II, pero, tras la muerte del primero y el cese del segundo, a la postre, a finales de junio de 1593 Fernández de Espinosa fue sancionado con la restitución de 614.000 ducados.
- AGS, CJH, leg. 348, fajo 17. Otros ejemplos, ibídem, leg. 330-1, fajo 17.
- BM, Add. 28378, fols. 5-8.
- M. Alemán, Guzmán, p. 358. Esta loa fue comentada por Márquéz Villanueva, art. cit. Según interpreta el cese de Mateo Alemán a partir de este texto, «Nada más que su rectitud le llevó a dejar voluntariamente el servicio real».
- Pedro M. Piñero, «Los retratos de Mateo Alemán», en M. Alemán, La obra completa, I, p. XXIII-LXXVII.