Introducción
En el último tercio del siglo XX las investigaciones sobre minería antigua en la península ibérica cambiaron de rumbo. Hasta entonces primaban la repetición de las referencias de las fuentes escritas antiguas y la recuperación de antigüedades en los sectores mineros hispanos meridionales, sin una metodología específica para abordar el registro arqueo-minero. En ese cambio tuvieron un papel protagonista la Casa de Velázquez y la Universidad de Toulouse, con los trabajos de Claude Domergue, y el CSIC, gracias a las investigaciones de F. Javier Sánchez-Palencia. Esos estudios han abierto la vía a dos de los grupos de investigación más activos en la generación de conocimiento y la difusión de la minería antigua en Europa. De ese germen nacieron las investigaciones de Béatrice Cauuet y las del equipo que firma este trabajo.
Desde los años 1980 hasta ahora, el mapa de las minas de oro romanas del noroeste hispano se ha hecho más denso (fig. 1), se han incorporado zonas y se ha profundizado en líneas de trabajo, tanto sobre la tecnología y morfología de las labores, como sobre el papel de esta minería en la economía del Imperio o la aproximación a las comunidades indígenas de estas zonas, su organización bajo el dominio de Roma y su implicación en los trabajos mineros.
Los trabajos sobre las comarcas de La Valduerna, La Valdería, La Cabrera, El Bierzo, O Courel o algunos sectores del occidente de Asturias sentaron las bases de investigaciones que abarcan hoy desde la cuenca del Tajo hasta el Cantábrico, en España y Portugal, y han llevado a abordar estudios complementarios en La Bessa (Italia)1.
Nuevas técnicas, viejos objetivos
Ya en los estudios pioneros citados más arriba quedó de manifiesto la importancia de la fotografía aérea en el análisis de labores mineras a cielo abierto, para identificar y analizar su morfología, sus complejas redes hidráulicas y las secuencias cronológicas y espaciales entre ellas y con el poblamiento asociado. El abandono de las minas a fines del siglo II o inicio del siglo III d.C. dio lugar a la fosilización de sus estructuras, que han generado topografías reconocibles, aunque discontinuas. Una metodología adecuada permite discernir las relaciones entre ellas y analizar la secuencia de operaciones necesarias para el proceso minero, desde la prospección hasta el tratamiento del mineral (fig. 2).
Los mismos principios planteados en la fotointerpretación “clásica” y su utilidad para la detección, identificación y análisis morfológico del registro arqueominero se han expandido recientemente a otras técnicas de teledetección, especialmente el LiDAR, y su uso integrado ha incrementado notablemente la calidad y la precisión en el estudio de los paisajes mineros que, más allá de los desarrollos técnicos, siguen orientados hacia la comprensión de los procesos históricos de cambio que materializan.
Los trabajos sobre el terreno se ven particularmente ampliados gracias a la aproximación geoarqueológica y al registro paleoambiental. Por un lado, contribuyen a precisar algunos aspectos de la explotación minera, como la prospección y evaluación de los yacimientos auríferos, por otra parte, a considerar el impacto ambiental de la minería y su contexto local y regional.
La explotación del oro del noroeste hispano, como en general la minería controlada por el fisco, formaba parte de la maquinaria necesaria para el funcionamiento del Imperio. Estaba directamente ligada a los intereses del Estado, bien por producir los metales necesarios para las acuñaciones, bien por generar tasas, como claramente pone de manifiesto la ley de Vipasca.
Una de las reformas de amplio alcance de Augusto fue la del sistema monetario y en particular la adopción del áureo como referencia. La intensa explotación de los yacimientos auríferos responde a la necesidad de afluencia regular de oro a la ceca de Roma. A lo largo de dos siglos, la moneda de oro permaneció muy estable, frente a las oscilaciones del denario. Esto, y la gigantesca infraestructura necesaria para la explotación de esos yacimientos, explica que las minas de oro fueran metalla publica y la implicación directa de la administración y el ejército de Roma. El registro arqueológico y epigráfico de Asturica Augusta y la presencia de unidades militares en las zonas mineras son evidencias del interés por mantener el control de las labores.
No obstante, es importante subrayar que la explotación de estos recursos mineros formó parte de la explotación global del territorio y las poblaciones, y que se contaban entre las riquezas de las que Roma podía beneficiarse, haciendo uso de sus derechos sobre el suelo conquistado y las poblaciones sometidas.
En el caso del noroeste hispano, la minería del oro no se puede entender separada del proceso de creación de civitates, comunidades de derecho peregrino, tras el final de la conquista de Asturia et Gallaecia. Las civitates generaron los marcos de ordenación del espacio, control de las poblaciones indígenas, explotación de su trabajo como mano de obra en las minas e intensificación y diversificación general de la producción de recursos.
Este nuevo marco de referencia supuso la disolución de la sociedad prerromana y los castros dejan de ser el elemento estructurante de las relaciones sociales y territoriales. Se impone un nuevo sistema territorial regional o interregional, la jerarquización de asentamientos y la intensificación de la producción. Los patrones de poblamiento en las zonas mineras son buena prueba de ello. Se fundan poblados en el interior de los sectores mineros, rodeados por labores o hechos con la tecnología hidráulica empleada en las minas; otros se asocian a la red de canales. A la par, surge un poblamiento claramente vinculado a los espacios de mayor potencialidad agraria, algo coherente con los datos arqueobotánicos que indican un incremento de los espacios cultivados, el aprovechamiento mediante terrazas o la introducción de nuevos cultivos, en especial del castaño, árbol aún hoy emblemático en estas regiones.
El gran número y la espectacularidad de las labores mineras pueden llevar a engaño y considerar que se trató de una actividad sectorial y de escala industrial. Pero el registro material no permite avalar esta interpretación, sino la de una minería desarrollada en contextos rurales, campesinos, en los que el trabajo en las minas era parte de la imposición fiscal romana. La complementariedad de actividades en el seno de la civitas hacía posible el abastecimiento de las comunidades locales y responder a las exigencias de Roma.
En las desigualdades surgidas de la propia conquista y en estos procesos de dominación de Roma estaba el germen de la jerarquización social de estas comunidades indígenas que se hizo visible en el siglo I d.C., tanto en el registro material, como en el epigráfico.
Las sierras orientales lucenses y el occidente de Asturias
Las cuencas de los ríos Navia, Sil, Lor y Neira y las sierras occidentales de la cordillera Cantábrica (Courel, Ancares) fueron intensamente explotadas, incluyendo labores en primario, en yacimientos secundarios consolidados o en placeres aluviales. Los trabajos llevados a cabo en los últimos años han permitido documentar la adaptación de los explotadores romanos a esos yacimientos, combinando, cuando era necesario, diversas técnicas2.
El valle de Ancares (León) proporciona un excelente ejemplo de minería en yacimientos fluvio-glaciares, comparable a la documentada en las labores republicanas de La Bessa. En las laderas se explotaron yacimientos primarios mediante cortas y aprovechando la alteración in situ de la roca (fig. 3). En el fondo del valle, las impresionantes acumulaciones de estériles gruesos prueban los trabajos en las terrazas fluviales, que ya habían movilizado materiales de origen glaciar.
El curso alto del Navia y su tributario el Ibias (Lugo y Asturias) proporcionan una importante nómina de yacimientos y labores. En los meandros del curso alto del Navia se explotaron sistemáticamente dos niveles de terrazas cuaternarias y también los placeres fluviales mediante el desvío del cauce del río. El curso medio y bajo del Ibias está jalonado por minas en yacimientos secundarios y primarios, con parte de la red hidráulica bien identificada.
Los valles del Sil y del Lor muestran una densa minería romana, con labores como As Medas o la mina da Toca. Se explotaron las márgenes de estos ríos de forma continua y remontante, de manera que hay que considerarlos como conjuntos en los que se integran sucesivas operaciones mineras y se combinan las técnicas. En el oriente lucense se han identificado nuevas minas en las cuencas del Neira y del Ferreira, y el río Cabe proporciona también interesantes casos para el estudio de las técnicas y su relación con el poblamiento, como Os Medos y el castro de San Lourenzo. El manejo del agua se hace también patente en los poblados delimitados con la misma tecnología hidráulica empleada en las vecinas minas.
Cuenca del Miño
Desde Belesar hasta su desembocadura, las terrazas de las márgenes del río Miño fueron objeto de una explotación sistemática. También la cuenca del Arnoia, en cuya cabecera se sitúan las importantes labores de Os Milagres do Monte Medo. Existen además conjuntos de trabajos mineros en primario en el complejo Monteferro-O Rosal y en O Carballiño.
La primera identificación e investigación de esta zona minera, hasta entonces fundamentalmente desconocida, se inicia en el final de los años 1970. A lo largo de la última década se ha avanzado no solo en la documentación de las estructuras mineras, sino en la comprensión de los procesos de transformación social y territorial asociados a la implantación de la minería del oro3.
Lusitania y norte de Portugal
Nuestros trabajos en Lusitania se iniciaron en la zona salmantina de Las Cavenes de El Cabaco, donde hemos continuado profundizando en el estudio de las antiguas terrazas de cultivo y en la caracterización del campesinado en las zonas mineras. Gracias a una continua cooperación hispano-portuguesa CSIC-Universidad de Coimbra, se estudió primero la zona de Penamacor (Castelo Branco); a partir de ella se ha desarrollado el proyecto Aurifer Tagus, CSIC/Ministerio de Cultura-Universidad de Coimbra, que ha permitido descubrir una gran cantidad de labores romanas en toda la cuenca media del Tajo y sus afluentes Zêzere, Ponsul y Erjas. Se trata de zonas mineras poco conocidas, que ahora parecen equiparables a otras de Asturia y Gallaecia, justificando así la comparación de Lusitania con esas regiones que hizo Plinio. El mismo proyecto permitió investigar también otra zona casi inédita: la cuenca del río Alva, muy cercana a Coimbra, cuyas márgenes están plagadas de labores romanas sobre aluvión4.
Muy recientemente, en la zona de Penamacor, se han investigado dos depósitos de agua, así como un campamento romano, testimonio directo del papel del ejército en el inicio de las labores. Todo el conjunto ha proporcionado una secuencia paleoambiental muy completa sobre la evolución de la zona en época altoimperial, en la que se puede comprobar la importante transformación causada por la actividad minera, no sólo por las inevitables deforestaciones, sino también por la introducción de nuevos cultivos para abastecer a la población de la zona.
En Tras-os-Montes, dentro del EHEVT5 se han estudiado las labores mineras desde los aluviones junto al río Duero, hasta los primarios de la cabecera del río Túa. En estos trabajos se ha documentado por primera vez en el noroeste la explotación de mineralizaciones primarias estanníferas en época prerromana. En Tresminas, con motivo de la instalación de un nuevo centro de interpretación6, se llevó a cabo un estudio de todas las estructuras mineras, con el apoyo de imágenes aéreas poco utilizadas, como el de SPLAL de los años 1940, que permitieron fotointerpretar todo el conjunto, identificando y evaluando todas las zonas de estériles, las cuatro zonas donde se hacía el tratamiento y enriquecimiento del mineral mediante molinos de pilones y una singular doble batería de depósitos de agua utilizada para abastecer uno de ellos7.
Pino del Oro (Zamora)
La intervención en la zona minera de Pino del Oro se planteó desde un principio con un objetivo finalista muy claro: su valoración y difusión como un bien patrimonial, dentro de una de las zonas más despobladas de la Península. De hecho, los trabajos han dado lugar a la señalización de un itinerario visitable, como ya se había hecho en Las Médulas y en El Cabaco. Se han documentado, tanto una serie de explotaciones sobre yacimientos filonianos llevadas a cabo mediante pequeñas cortas o trincheras, como una gran cantidad de estructuras para el tratamiento del mineral, en baterías de cazoletas para la trituración de mineral, en afloramientos de granito8.
Se excavaron varios yacimientos ocupados en época prerromana y romana. En La Ciguadueña, castro de la II Edad del Hierro, se documentó por primera vez en todo el noroeste peninsular el bateo de placeres fluviales. En el asentamiento romano de El Picón se encontraron dos fragmentos de una tabla de hospitalidad del año 15 d.C. Este documento y la abundante epigrafía de la zona ponen de manifiesto la conexión de las clases dirigentes locales con las labores mineras, así como el papel jugado por la nueva organización en civitates en la explotación del territorio. Por otra parte, junto al castro de Peña Redonda, ocupado tanto en época prerromana como romana, se han identificado terrazas de cultivo romanas fosilizadas, que prueban la intensificación de la producción en las comunidades rurales, las mismas, seguramente, que trabajaban en las minas de oro.
Los “montefurados”
El túnel de Montefurado sobre el río Sil es una de las obras más conocidas y populares de la minería romana del Noroeste. Se trata de una infraestructura de derivación fluvial, que servía para dejar en seco el cauce de un largo meandro, haciendo posible la explotación estacional de las arenas auríferas del lecho del río. Recientemente se han llevado a cabo trabajos de documentación del sistema de desvío del río, conjuntamente con el estudio de todas las labores mineras del entorno.
El Montefurado del Sil no es la única obra de este tipo. Nuestro equipo ha trabajado en sistemas similares en Pena Tallada, en el río Navia, y en el Couço do Montefurado, en el río Coura, afluente portugués del Miño. También en el conjunto minero del río Alva, en donde se encuentran los Furados de Pombeiro. Otros túneles, como los de Vale Pardieiro y Capelo en el río Ceira, el del río Eo o el del río Pentes, quizás tengan que ver con infraestructuras modernas para la creación de saltos de agua que movían molinos y batanes.
Nuevas zonas y nuevas perspectivas
El trabajo de nuestro equipo de investigación se ha ampliado hacia nuevos territorios y con nuevas perspectivas que definen las líneas de trabajo de los próximos años. Una de las principales novedades en el mapa de la minería de oro en Hispania es el conjunto de labores situadas en el área noroccidental de Galicia, hasta ahora apenas conocidas. Las nuevas explotaciones mineras se sitúan fundamentalmente en los depósitos secundarios de las cuencas de los ríos Mero, Ulla y Tambre, y también en relación con las zonas de cizalla de los alineamientos de Covas-Corcoesto-Santa Comba y de Pontedeume. El sentido de la localización del campamento militar de Cidadela quizás pueda cobrar ahora un nuevo significado, a la luz de su relación con la explotación de los recursos auríferos.
Otras zonas mineras apenas exploradas son la de Calvos de Randín, o el conjunto de labores situado al sur de A Mezquita, en la cuenca del río Rabaçal y que aparecen en relación a un interesante recinto de 12 ha que quizás tenga un carácter campamental. En la sierra de San Mamede, en la cabecera del río Arnoia, se han documentado varias explotaciones en primario y secundario, relacionadas con el conjunto de Os Milagres do Monte de Medo. En el tramo final del río Lima, el uso de los modelos del terreno obtenidos con datos LiDAR ha permitido definir un importante conjunto de labores auríferas, hasta ahora poco conocido (fig. 4). Estos trabajos van completando la cartografía de la minería del oro hispana y nos permiten profundizar en diversos aspectos, de manera complementaria.
Una de las apuestas de futuro de nuestro equipo de investigación es ahondar en la perspectiva geoarqueológica aplicada a la caracterización de las labores mineras. Además, a través del estudio de los depósitos de la red hidráulica, se pretende seguir avanzando en la comprensión de las transformaciones medioambientales relacionadas con la minería.
Nuestro equipo intenta también ir más allá de las visiones reduccionistas sobre el papel del ejército romano, que vinculan toda presencia de tropas en el noroeste a episodios de las guerras astur-cántabras. Nuestro interés se centra en analizar su importante papel en el proceso de organización del territorio y de explotación de los recursos.
Junto a la diversidad de los procesos extractivos y las morfologías mineras, se empieza perfilar una variabilidad en las formas de gestión de las minas. Hemos definido un modelo general, basado en las civitates rurales, que resulta claro en las minas astures y lucenses, incluyendo posiblemente la región zamorana, más meridional. La minería lusitana ofrece un panorama algo distinto, por el mayor peso en esta zona de formas de organización territorial de carácter urbano. Uno de nuestros retos es valorar si realmente hay diferencias en la administración minera y en la gestión de la mano de obra, atendiendo a la posibilidad de que estas comunidades ejercieran un papel intermediario aún más claro frente al Estado9. Así mismo, es necesario profundizar en el modelo del campesinado, como referente básico para conceptualizar los sistemas económicos en estas regiones occidentales.
Bibliografía
- Álvarez-González, Y. (2021): Espacios y paisajes castreños en la cuenca media del Miño desde sus orígenes hasta la dominación romana, BPH 37, Madrid.
- Carvalho, P. C., Sánchez-Palencia Ramos, F. J. (2016): O Ouro de Tresminas (Vila Pouca de Aguiar, Portugal)/The Gold ot Tresminas (Vila Pouca de Aguiar, Portugal), Porto.
- Currás Refojos, B. X. (2019): Las sociedades de los castros entre la Edad del Hierro y la dominación de Roma: estudio del paisaje del Baixo Miño, BPH 35. Madrid.
- Orejas Saco del Valle, A. (2017):“Minatori durante l’Impero Romano: achiavi e lavoratori dipendenti”, in: Spartaco. Schiavi e padroni a Roma, Roma, 101-117.
- Orejas Saco del Valle, A., Sánchez-Palencia Ramos, F. J., Ron Tejedo, J. A. (2018): “Proyecto IVGA: Conquista, dominación y explotación minera entre el conventus de los astures y el lucense”, Excavaciones Arqueológicas en Asturias 2013-2016, Oviedo, 239-252.
- Sánchez-Palencia Ramos, F. J. ed. (2014): Minería en zonas interfronterizas de Castilla y León y Portugal (Asturia y NE de Lusitania), Valladolid.
- Sánchez-Palencia Ramos, F. J., Currás Refojos, B. X. (2018): “Minería del oro y explotación del territorio en Lusitania: estado de la investigación”, in: Lusitania Romana, IX, Mérida,311-333.
- Sánchez-Palencia Ramos, F. J., Romero Perona, D., Beltrán Ortega, A., Pecharromán Fuente, J.-L. (2018a): “12. Mineraçâo Antiga. La minería Antigua en el Valle del Tua”, in: Carvalho, P. C., Coutinho Gomes L. F., Marques, J. N ed.: Estudo Histórico e Etnológico do Valle do Tua, Porto, 78-122.
- Sánchez-Palencia Ramos, F. J., Vaudagna, A., Pecharromán Fuente, J. L., Iriarte, E. (2018b): “La zona minera de la Bessa (Italia): sectores de explotación y evaluación de las labores”, in: Rico, C., Orejas, A. coord.: Dossier Los metales preciosos: de la extracción a la acuñación (Antigüedad – Edad Media), Mélanges de la Casa de Velázquez, 48 (1), 43-61.
Notas
- Sánchez-Palencia et al. 2018b.
- Orejas et al. 2018.
- Currás 2019; Álvarez 2021.
- Sánchez-Palencia 2014; Sánchez-Palencia & Currás 2018; Sánchez-Palencia et al. 2018ª.
- Estudio Histórico Etnológico del Valle del Túa, llevado a cabo con motivo de la construcción de la presa de Foz-Túa sobre el mencionado río por el consorcio Arqueohoje-Palimsepto, bajo la coordinación de P. Carvalho (Univ. de Coimbra).
- También dentro de un proyecto dirigido por P. Carvalho y llevado a cabo por Arqueohoje.
- Carvalho & Sánchez-Palencia Ramos 2016.
- Sánchez-Palencia 2014.
- Orejas 2017.