Introducción
Los Ancares se localizan en el ángulo NO de la península ibérica, una zona profundamente marcada a principios de nuestra era por la minería aurífera romana, donde se suceden cientos de explotaciones mineras, cuya magnitud y extensión no tuvo parangón en el mundo antiguo1.
Los Ancares Leoneses ocupan un pequeño sector de apenas 500 km2 en el ángulo NO de la provincia de León (fig. 1), lindante con la de Lugo, de la que se encuentra separada por la Sierra de Ancares, estribación montañosa con alturas emblemáticas como el Pico de Tres Obispos (1794 m), Mostallar (1935 m), Cuiña (1932 m), Mirandelo (1793 m) o Miravalles (1965 m), que destacan en el paisaje, especialmente durante la temporada de nieves invernales. El relieve, muy acusado, se encuentra principalmente modelado por la actividad glaciar, a la que se suma la de los ríos, que siguen las principales alineaciones tectónicas, de dirección N120ºE, dando lugar a un paisaje abrupto de gran belleza, donde en los reducidos espacios abiertos disponibles se han asentado secularmente pequeñas poblaciones. Los ríos vierten bruscamente al valle del Bierzo, surcado por el río Sil, el río aurífero por excelencia del NO Ibérico. Por sus valores naturales, Los Ancares han sido declarados Reserva de la Biosfera por la UNESCO en el 2006, catalogación reservada para aquellos territorios del planeta con valores sobresalientes en cuanto a su medio natural, social y económico.
Aunque el conocimiento de la existencia de oro en esta apartada zona de la geografía leonesa ha permanecido presente a lo largo de los siglos, el estudio de la minería aurífera romana de Los Ancares tiene sus comienzos en los años 80 del siglo XX, iniciados por el arqueólogo Claude Domergue y el geólogo Gérard Hérail2, ambos codirectores de la Tesis Doctoral de Béatrice Cauuet. Debido a que los trabajos realizados en esta zona eran superficiales, B. Cauuet decidió acometer un estudio de detalle de las principales explotaciones (Pradela (Los Cáscaros), El Couso (A Xisterna) y La Leitosa), así como diversas minas secundarias. La principal técnica utilizada fue la fotointerpretación de imágenes estereoscópicas, acompañada de recorridos de campo, que permitieron a B. Cauuet establecer una precisa geometría de las explotaciones y analizar su evolución3. Respecto a los canales de abastecimiento, realizó un boceto de las posibles redes hidráulicas. Este ingente trabajo no fue nunca publicado, salvo un pequeño artículo4.
Muchas de las limitaciones del método utilizado se encuentran hoy ya superadas gracias a que actualmente disponemos de ortoimágenes y de los modelos digitales del terreno obtenidos a partir de los datos LIDAR (MDT-Lidar), que permiten analizar de una forma mucho más completa las explotaciones y, especialmente, sus redes de abastecimiento5. Debido a mi interés por estudiar la zona, hace ya más de una década que tuve la oportunidad de comentar con Béatrice la posibilidad de realizar conjuntamente una revisión de su trabajo aplicando nuevos métodos para un análisis eminentemente técnico de las minas de oro romanas de Los Ancares. A pesar de haber estado muy vinculado profesionalmente con la localidad de Fabero del Bierzo, en la puerta de entrada de Los Ancares, el tiempo ha pasado sin llegar a concretar el estudio; hasta que en este año 2020, con motivo de la Actualización de la Carta Arqueológica de la zona de Los Ancares, dentro de los proyectos vinculados al desarrollo de mi Tesis Doctoral sobre la ingeniería minera romana de las explotaciones auríferas del NO Ibérico6, he aplicado finalmente nuevas tecnologías al estudio de la minería aurífera romana en este área7.
La minería aurífera romana en Los Ancares
La presencia de mineralizaciones auríferas primarias en Los Ancares se concentra en unos pocos puntos en las inmediaciones de las localidades de Burbia-Candín y Villar de Acero-Tejeira, con otras evidencias aisladas como las de Sésamo y Paradiña (Los Poliñeiros). Se trata de filones de cuarzo con sulfuros (pirita-arsenopirita) y oro emplazados todos ellos en materiales de la Serie de Los Cabos. Sin embargo, las mineralizaciones secundarias están mucho más extendidas, ocupando de preferencia un estrecho arco que se extiende 20 km en dirección NE-SO entre las localidades de San Martín de Moreda, Paradaseca y Pradela (fig. 1). Dentro de este tipo de mineralizaciones es necesario distinguir entre los depósitos Miocenos y los aluviones cuaternarios. La práctica totalidad de las mineralizaciones de oro conocidas han sido trabajadas en época romana bajo un denominador común: la minería hidráulica. La técnica empleada ha necesitado de la construcción de una amplia red de canales de abastecimiento para el suministro de agua a los diferentes depósitos de regulación-distribución. El movimiento de millones de metros cúbicos de materiales dio lugar en las grandes explotaciones a enormes depósitos de estériles que han dejado una gran huella en el paisaje.
La minería aurífera romana de Los Ancares se caracteriza por una amplia variedad de situaciones que incluyen una de las pocas explotaciones existentes trabajadas con técnicas mineras semejantes a las utilizadas en Las Médulas: corta de minado, consistente ésta en la introducción de agua en el macizo rocoso mediante galerías para proceder al derrumbe de la montaña que, convertida en una masa de lodo, se conduce a los canales de lavado para la recuperación del oro.
Sector Los Cáscaros-La Leitosa
Reúne las explotaciones mineras romanas más importantes en volumen del área de estudio, así como diversos trabajos menores, que han dado lugar a un interesante paisaje minero. Destaca especialmente la mina de La Leitosa ya que se emplearon técnicas de trabajo semejantes a las de Las Médulas, basadas en la utilización de galerías perforadas a través de los aluviones auríferos por donde se introducía el agua para abatir los macizos rocosos. El volumen de materiales removidos es sensiblemente inferior al de Las Médulas, con apenas 24 Mm3 removidos. La explotación ocupa en su conjunto una superficie de 0,65 km2 con un perímetro de 3,5 km. Actualmente se encuentra habilitada una ruta de senderismo con diversos miradores y señalización específica que permite realizar un interesante recorrido.
La red hidráulica de esta mina consta de tres canales principales: uno que captaba las aguas del río Burbia por encima de la localidad homónima (16,1 km de longitud) y otros dos que captaban el arroyo de Fondovila por el E de la explotación para abastecer varios depósitos situados en la divisoria de aguas, a la cota máxima de abastecimiento de la explotación (4,81 y 5,24 km de longitud). De este último canal partía un tramo de 3,6 km que superaba la cresta hacia el valle del río Burbia y abastecía la explotación por el O. Al sur de La Leitosa, en ambas vertientes de la montaña, se aprecian pequeños trabajos mineros que pueden atribuirse a prospecciones superficiales previas para dar con la zona más enriquecida en oro, que fue la que finalmente explotaron los romanos en diferentes puntos.
El cono de deyección de estériles vertido hacia el cauce del río Burbia es espectacular y puede fácilmente observarse desde diferentes puntos en toda su magnitud (fig. 2). Como en muchos otros casos semejantes en explotaciones hidráulicas romanas de gran tamaño, los estériles llegaron a desviar el cauce del río. Posteriormente, este volvió a erosionarlos dejando un importante talud que alcanza un espesor máximo de 30 m.
En el margen derecho del río Burbia, a la altura de La Leitosa, se encuentra otra importante masa de aluviones auríferos, aunque de menor espesor, que fue intensamente trabajada (fig. 3). El abastecimiento se realizaba mediante un único canal de 12,5 km procedente del río Tejeira cuya cota de trabajo coincide exactamente con la parte más elevada de las diferentes explotaciones.
Los Cáscaros, la otra gran mina del conjunto, se sitúa en un pequeño promontorio al oeste de La Leitosa, con visual completa entre ambas explotaciones. Esta mina romana de 1,2 km2 de superficie y 6,3 km de perímetro aprovechó un importante aluvión Mioceno residual de 35-40 m de potencia máxima de sedimentos, directamente asentado sobre el sustrato rocoso Paleozoico, por lo que fue trabajado hasta un total agotamiento, removilizando unos 17,5 Mm3.
Si bien permanecen in situ miles de toneladas de cantos (murias), la mayoría de los escombros fueron evacuados mediante el agua a los diversos valles laterales, especialmente los de la vertiente norte, en el actual arroyo de Valdeperal, perteneciente a la cuenca del Burbia. La elevada pendiente de esta zona no ha permitido acumulaciones significativas de estériles, aunque se aprecian todavía muchos restos en la cabecera del arroyo. Tan sólo una pequeña cantidad de escombros fue conducida hacia la vertiente sur, hacia el río Pradela, también perteneciente a la cuenca del Burbia.
El abastecimiento era realizado desde la parte norte de la explotación mediante tres canales. Dos de ellos procedían del NO, de la zona de Cantejeira, el más corto (12,1 km), y el más largo (19,7 km) desde los Montes de Villariño, en el límite con la provincia de Lugo. El tercer canal, de 22,13 km, tenía su nacimiento en las Alzadas de Villar de Acero. En este entorno se ha encontrado una curiosa estructura de abastecimiento de apenas 1,5 km que interpretamos como un trasvase de las aguas del nacimiento del río de Tejeira al río de las Alzadas de Villar de Acero, lo que permitió el ahorro de la construcción de un tramo de canal de 7,5 km. Los dos canales superiores confluían en un gran depósito, desde donde se repartía el agua a los demás depósitos, estratégicamente situados. Con el avance de la explotación de E a O muchos de estos quedaron aislados y sin servicio tras agotar su zona de trabajo.
Sector Villar de Acero-Tejeira
Entre estas dos localidades se encuentra un interesante conjunto de trabajos mineros romanos realizados exclusivamente en yacimientos primarios. La montaña donde se encuentran estas explotaciones recibe el nombre de Sierra de Las Lagunas, probablemente en relación con los depósitos de agua que los romanos construyeron en la cima de este monte para abastecer las partes más altas de la explotación. Estos depósitos elevados sólo podían llenarse con agua de deshielo o lluvia, aportada por al menos cuatro niveles de canales que intentaban captar cualquier posible surgencia en los alrededores, por lo que la explotación de la parte alta de este yacimiento nada más pudo realizarse estacionalmente. Este es un hecho habitual en minas situadas a altitudes elevadas o posiciones topográficas desfavorables sin posibilidad de abastecimiento regular, como ocurre especialmente en las minas de oro de la cumbre del Teleno8 o en el área Salientes-Villablino9. Por otro lado, la posibilidad de aprovechar un yacimiento primario intacto, con una fase eluvial muy rica en oro por meteorización natural a lo largo de milenios, dota a este lugar de un importante interés minero, que no pasó desapercibido a los ingenieros romanos. Para la explotación de la parte inferior de este yacimiento se construyó un canal de agua desde el río Tejeira de 7,12 km de recorrido.
Sector Burbia-Candín
En esta zona se encuentran los principales trabajos mineros romanos sobre yacimientos primarios realizados en Los Ancares. Fueron utilizadas técnicas hidráulicas para aprovechar la zona meteorizada (eluvial y coluvial) y en varios casos se ha empleado también minería a cielo abierto o subterránea sobre los filones de cuarzo aurífero, donde la mena continuaba en profundidad. Dadas las dificultades de acceso a la zona por su abrupto relieve y el emplazamiento de las mineralizaciones, el contenido aurífero tuvo que ser muy interesante.
Las mineralizaciones principales se encuentran en el margen izquierdo del río Burbia, entre el alto de Mirandela y el Corón, al norte y aguas arriba de la localidad de Burbia (fig. 4 y fig. 5). Parte de estos filones tienen continuidad hacia el E en el valle del río Seco, ya en la vertiente de la localidad de Candín. Un poco más al norte se sitúan las mineralizaciones de Las Cabanías y Las Labradas, donde hubo intentos de explotación a principios del siglo XX10. En los años 80-90 de este siglo varias empresas realizaron también diversas campañas de investigación con sondeos mecánicos para evaluar las posibilidades de explotación del yacimiento11.
La red hidráulica de estas minas romanas aprovechaba con diversos ramales tanto los arroyos inmediatos como el agua de deshielo de los neveros. Destaca la red hidráulica de las minas del Corón, situadas a 1550-1600 m de altitud, con 11 km de canales que aprovechaban con cuatro niveles de captación algunas pequeñas surgencias y el deshielo de los neveros del Pico Mirandelo (1793 m) y Dos Hermanitos (1901 m). Los depósitos principales se sitúan en la cabecera de la explotación. En la vertiente N, un canal de 2,81 km situado en la cabecera del río Seco a 1430 m de altitud trasportaba el agua hacia la vertiente S para los trabajos mineros situados al N de la localidad de Burbia, en la misma cadena montañosa.
Las minas de Las Cabanías y Las Labradas tienen al menos 4,47 km de canales, si bien, las repoblaciones forestales han desfigurado el terreno y hecho desaparecer parte de la red hidráulica. En el afloramiento superior de ambas minas se han trabajado directamente los filones de cuarzo, incluso con minería subterránea en Las Cabanías.
Conclusiones
La aplicación de nuevas tecnologías a la fotointerpretación clásica de imágenes estereoscópicas como son el estudio del terreno mediante ortoimagen y MDT-Lidar ha puesto de manifiesto la magnitud y complejidad de las redes de abastecimiento de las minas romanas de Los Ancares, estudiadas en su momento por Béatrice Cauuet, quien realizó un análisis pionero en esta apartada zona montañosa.
En este estudio, derivado de uno más amplio de actualización de la minería aurífera romana de la Carta Arqueológica, se han cartografiado las redes de abastecimiento de agua de las principales minas hidráulicas romanas de Los Ancares Leoneses, lo que ha dado como resultado más de 135 km de canales contabilizados. Una vez conocido con precisión el abastecimiento de una mina hidráulica, ahora estamos ya en condiciones de analizar en detalle la evolución de las distintas explotaciones.
A raíz de este trabajo, podemos adelantar que, técnicamente, las grandes minas romanas en sedimentos cenozoicos de Los Ancares estuvieron funcionando hasta el agotamiento de los materiales auríferos, sin posibilidad alguna de retomar la explotación.
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Notas
- Domergue 1987, 1990, 2008; Perea y Sánchez-Palencia 1995.
- Hérail 1984.
- Cauuet 1983.
- Cauuet 1986.
- Matías y Llamas 2018ª, 2018b, 2020.
- Tesis Doctoral desarrollada por el autor en la Escuela de Minas y Energía de Madrid, Universidad Politécnica de Madrid.
- Con la actualización de la Carta Arqueológica de Los Ancares se completa la provincia de León. Anteriormente se ha realizado ya, con la misma tecnología, el área Médulas-Teleno (2017-2018) y Omañas-Laciana (2019).
- Matías 2006.
- Matías 2013.
- Jones 1900-1901, 428-431.
- IGME 1977; IGME 1978; JCyL 1985; JCyL 1986; JCyL 1988.