Introducción
El registro gráfico tridimensional se ha convertido en una herramienta indispensable para la documentación del patrimonio, especialmente en aquellos casos en los que la intervención conlleva una destrucción total o parcial del contexto objeto de estudio, algo que sucede sin excepción durante una excavación arqueológica. De este modo sus efectos quedan en parte paliados mediante una conservación exhaustiva de todas sus etapas, susceptibles de reevaluaciones ulteriores. Muchos pensamos que su implantación definitiva como requisito inherente a toda intervención debe completarse lo antes posible, conscientes de los problemas de estandarización prácticos que aún hoy persisten1.
El ámbito de estudio al que aquí nos referimos, que grosso modo podemos delimitar dentro del campo de la actividad gráfica, no se encuentra sujeto a la misma metodología que un yacimiento y su destrucción no es, en principio, inherente a la investigación. Sin embargo, aunque lentamente, el paso del tiempo destruye de forma inexorable los soportes inscritos, lo que ha empujado el desarrollo de técnicas de conservación. Ahora bien, son precisamente algunas de estas técnicas las que se han revelado como potentes herramientas de estudio. Es por ello que el objetivo principal de registrar y conservar ha dado el salto al análisis, permitiendo una interpretación superior en muchos aspectos a la que se pueda obtener in situ.
Entre las primeras aproximaciones al análisis gráfico tridimensional, destaca el empleo de la cámara estereométrica de Thompson-Watts aplicada por R. Atkinson en Stonehenge2 o la amplia documentación que C. Ogleby y L. Rivett realizaron para el arte aborigen de Australia y Tailandia3. Las actuaciones de estos últimos dieron lugar a la obra clásica Handbook of Heritage Photogrammetry4, un hito utilizado como texto de referencia durante los años posteriores. Ha sido tras el cambio de milenio cuando se han generado los entornos digitales adecuados para la democratización en los análisis de los modelos obtenidos.
El siguiente paso lógico suponía resolver una doble problemática. Por un lado, estas herramientas se encaminaban hacia una mejora de la visibilidad de los soportes gráficos y, por otro lado, se resolvía la cuestión del empleo de métodos invasivos; un problema que chocaba frontalmente con la dirección y propósitos del método arqueológico.
Recordemos que, hasta momentos muy recientes – e incluso hasta la actualidad –, era común la realización de calcos directos o la aplicación de pasta de papel, silicona y otros materiales más agresivos como el yeso. El exponencial aumento de la capacidad de procesamiento de las computadoras ha permitido la emergencia de varios softwares específicos que proporcionan entornos digitales para el tratamiento de los modelos. La difusión de estas herramientas ha sido tal, que ha llegado prácticamente a todas las modalidades gráficas prehistóricas e históricas. Esto incluye reveladores resultados en varios conjuntos de petroglifos gallegos5, los extensos paneles grabados de Val Camonica6, los yacimientos paleolíticos al aire libre del occidente de la península ibérica7, el arte megalítico8, las estelas de la edad del Bronce del suroeste europeo9 o las diversas manifestaciones presentes en cavidades10. El salto al terreno epigráfico se ha realizado recientemente, donde destacan los primeros trabajos realizados por H. Pires11, pionero de la técnica MRM (morphological residual model) o el proyecto Epigrafía 3D, que registra y difunde el patrimonio epigráfico contenido en el Museo Romano de Mérida12.
No es el objeto del presente texto realizar un recorrido por todas las técnicas disponibles, por lo que vamos a restringirlo a la metodología y herramientas concretas que nos han aportado resultados satisfactorios hasta ahora13. Este proceso, desarrollado durante los trabajos llevados a cabo por el profesor J. Gómez-Pantoja y quien firma este artículo desde 2017, ve aquí la luz en su forma más completa, como era nuestro deseo. Esto no es óbice para continuar implementando mejoras, dado que, de hecho, cada nueva pieza obliga a introducir nuevos tratamientos exclusivos para esta, en lo que se ha convertido en una amplia variedad de metodologías ad hoc.
El proceso puede ser definido en tres pasos: la toma de datos, la generación del modelo tridimensional y el tratamiento posterior de ese objeto. El material utilizado para la toma de datos ha estado compuesto principalmente por una cámara réflex Canon 2000D y un ordenador personal para el tratamiento posterior. Sin embargo, debido a la escasez de tiempo y a la dispersión de los hallazgos, en algunas ocasiones se ha recurrido a cámaras digitales compactas para el registro, mediante imágenes tomadas por los propios descubridores y remitidas a nosotros. Los softwares utilizados han consistido en Agisoft Metashape® para la restitución fotogramétrica y Meshlab14 para la visualización y tratamiento de los modelos digitalizados. Adicionalmente y en algunas ocasiones, ha sido preciso el empleo de herramientas complementarias como Photoshop© y Dstretch®.
La restitución fotogramétrica que realizamos con Agisoft Metashape® emplea la tecnología conocida como Structure from Motion – Sfm en adelante –, complementada con tratamientos de visualización topográfica específica sobre la malla15 3D obtenida.
Explicado de forma sucinta, Sfm permite localizar una serie de puntos coincidentes en un conjunto de fotografías tomadas desde diferentes perspectivas para, mediante triangulación, extraer una nube densa16 de puntos del objeto documentado – Point Set Surface – y posteriormente generar una malla 3D. De esta manera se obtiene tanto un rápido acceso al objeto en un entorno tridimensional como la posibilidad de crear una imagen ortonormalizada.
Las tecnologías que se sirven de conjuntos de imágenes para generar mapas topográficos tienen tras de sí más de medio siglo de desarrollo, desde los primeros vuelos militares hasta las actuales apps para smartphones17. Sin lugar a dudas, una de las grandes ventajas de esta técnica es su nulo impacto sobre el soporte.
Metodología
La toma de datos
En aquellos casos en los que las condiciones de documentación son óptimas, se procede al fotografiado de los soportes, tomando una cantidad de imágenes que normalmente oscila entre 20 y 50, almacenadas tanto en formato Raw, cuando existe la posibilidad, como en jpeg de alta calidad. Las fotografías se realizan de forma consecutiva, tratando de cubrir todos los ángulos posibles con un solapamiento entre imágenes de entre un 70-80%. Una vez seleccionadas las mejores tomas, se procede a una restitución fotogramétrica, un proceso automático que finaliza con la creación de un archivo .ply o .3ds que se exporta para su uso en las posteriores herramientas. Ahora bien, esto solo puede ser realizado cuando las condiciones son adecuadas y tenemos un cómodo acceso al objeto de estudio, algo que sucede en raras ocasiones.
Algunas de las situaciones que obligan a ajustar la metodología son aquellas en las que el objeto se sitúa en algún punto elevado o estrecho, como la pieza localizada en el Palacio de los Ovando, en Cáceres (España)18 (fig. 1). Se trata de una inscripción situada en una alta torre, abierta a un estrecho callejón, que fue identificada en un primer momento por J. Sanguino y Michel19, quien distinguió las letras VIR, y posteriormente relocalizada por R. Núñez y reestudiada por nosotros. La inaccesibilidad de la pieza nos obligó a tomar las imágenes desde una distancia y un ángulo incómodos, lo que fue óbice para ofrecer un registro completo de la pieza. Dado que el examen preliminar reveló la existencia de al menos tres líneas de texto, tomamos una serie de fotografías desde diferentes posiciones en nivel del suelo y con la misma distancia focal, utilizando una cámara Canon EOS 2000D con objetivo 18-55. Debido a la estrechez del ángulo y la oblicuidad de los planos de cámara, fue necesario registrar gran parte de la fachada de esta parte del edificio para facilitar la triangulación y evitar aberraciones ópticas (fig. 2). En futuras intervenciones se contempla la utilización de otros medios para el estudio de este tipo de casos, como el empleo del dron, cuya metodología específica está actualmente en desarrollo.
Una vez generado el fotomosaico, se obtuvo una nube de puntos de alta densidad seleccionando solo las partes que muestran la inscripción. El resultado fue una lectura casi completa de la inscripción, así como un registro completo de la misma.
La lectura fue aumentada, desde el original VIR, hasta completar la inscripción:
Urbana | Virgi[ni f(ilia) vel u(xor) vel s(erva)] | Hic s(ita) [e(st)].
En otro caso reciente, durante la última actualización del catálogo epigráfico de la ciudad romana de Complutum, en Acalá de Henares (Madrid), nos enfrentamos a un problema similar20. Algunas de sus piezas se encuentran reutilizadas como elementos constructivos en la Catedral Magistral de Alcalá de Henares (fig. 3), y fueron estudiadas hace algunos años gracias a unas obras de mantenimiento que permitieron el acercamiento mediante el andamiaje21. Sin embargo, no se había realizado el registro gráfico adecuado que permitiese su consulta posterior para fines divulgativos. Por ello, y ante la imposibilidad de acceso, recurrimos al empleo de teleobjetivo desde el nivel de suelo para conseguir todas las imágenes necesarias para la reconstrucción22. Obramos de la misma forma en otra inscripción localizada en el Palacio Arzobispal de la misma ciudad23 (fig. 1 derecha). En esta ocasión, la lectura no presentaba problemas, dado lo nítido de los caracteres y el buen estado de conservación. Sin embargo, la imposibilidad de obtener una imagen frontal obligó a emplear de nuevo la restitución fotogramétrica.
La modificación morfológica del objeto
La siguiente operación se realiza dentro del software Meshlab, que permite tanto modificar las iluminaciones, las características físicas del modelo como realizar el posterior proceso de falso color. Esta herramienta, desarrollada en la universidad de Pisa, es gratuita y de uso libre.
Una vez que el modelo ha sido importado, se realiza una inspección de la visibilidad de la inscripción mediante la herramienta de iluminación dinámica incluida en Meshlab. Este procedimiento no se diferencia mucho del tradicional uso de la luz rasante, sin embargo, la capacidad de establecer parámetros de luminosidad en un entorno tridimensional permite generar diversos focos opuestos que mejoran la lectura ostensiblemente. Esto mejora la calidad de los resultados y elimina la dependencia de factores ambientales, tan habitual en entornos exteriores.
Si mediante esta inspección se detectan problemas de lectura, el siguiente paso consiste en identificar los impedimentos físicos existentes. Esto tiene tanto que ver con las características morfológicas del soporte como con el tipo de deterioro al que haya sido sometido.
Podemos distinguir las características de las rocas y los procesos que sufren dentro de los siguientes grupos:
Meteorización: sucede habitualmente sobre rocas metamórficas de grano grueso, como granitos o gneises. En estos casos, es frecuente que la superficie rocosa presente un aspecto de desintegración, en la que fragmentos de mediano o gran tamaño han abandonado el soporte (fig. 5.2). Los vestigios de inscripción sufren también este proceso, lo que los hace indistinguibles del resto de roturas. Consiste en uno de los casos más difíciles de recuperar y el proceso que realizamos conlleva una inherente pérdida de información. Este tipo de destrucción es muy frecuente en los miliarios de la mitad occidental de la península ibérica, habitualmente situados a la intemperie y sobre los que opera más a menudo la gelifracción.
En estos casos es preciso aplicar un proceso de downsampling, esto es, una simplificación de la malla mediante la reducción de la nube de puntos que suavice la superficie y la vuelva más homogénea. Este proceso se realiza mediante la herramienta Simplification: Clustering decimation, que permite introducir el porcentaje de reducción al que vamos a someter al objeto. Normalmente, con una reducción de un 10% a un 20%, ya se consigue alcanzar un aspecto más redondeado de las aristas; un exceso de simplificación puede desembocar en una excesiva pérdida de información.
De este modo, aunque parezca lo contrario, las incisiones antrópicas, habitualmente generadas por percusión indirecta y perpendicular sobre el soporte, consiguen distanciarse de los desperfectos, que presentan generalmente un patrón más caótico. Dentro de este apartado también incluimos las roturas generadas por la acción humana, en todo caso ajenas a la intención gráfica, tales como el reaprovechamiento posterior como elementos edilicios o mecánicos.
Abrasionado: el resultado que produce ofrece un aspecto diametralmente opuesto al anterior. Se da en rocas situadas a la intemperie sobre las que se ejerce algún tipo de desgaste continuo y uniforme, como puede ser el que realiza el agua (abrasión hídrica) o el viento (abrasión eólica) (fig. 5.4). Es habitual en la epigrafía rupestre, tanto en superficies horizontales de afloramientos graníticos o areniscas expuestas al agua como en calizas situadas a la intemperie24. El perfil de destrucción de esta última roca es mucho mayor, algo que repercute en el número de ejemplos rupestres respecto a rocas más duras, a menos que se encuentren en abrigos o cavidades. Pese a ello destacamos la existencia de honrosas excepciones como el santuario de Villalba de Peñastar, en Teruel.
En esta ocasión, el tratamiento del objeto tridimensional va a buscar un realce artificial de las condiciones topográficas de la inscripción, ante la inexistencia de imperfecciones en el campo epigráfico que dificulten la lectura. La amplificación de las disrupciones en el relieve se incluye dentro de los procesos comúnmente conocidos como upsampling El renderizado Radiance Scaling de Meshlab25 permite exagerar el sombreado de las concavidades y convexidades abruptas de la malla mediante una iluminación artificial, consiguiendo una mejor visualización de los trazos poco profundos no apreciables en condiciones normales. Entre las variantes de realce topográfico de esta herramienta se encuentran Lambertian Radiance Scaling, Lit Sphere Radiance Scaling, Colored Descriptor y Grey Descriptor. Aunque nos decantamos normalmente por las dos primeras, el resto pueden ofrecer resultados interesantes. En concreto, Lit Sphere Radiance Scaling cuenta con un mayor margen de personalización con respecto al resto, puesto que permite sustituir las esferas de iluminación por otras que confeccionemos nosotros. Esto nos permite adecuar la coloración de las concavidades y las convexidades, así como el efecto de sombreado a las necesidades de cada inscripción.
Pulimentado: íntimamente relacionado con el punto anterior, reservamos este apartado para los casos en los que el roce continuo de la superficie le confiere un aspecto aún más exagerado que en el abrasionado, llegando a alcanzar un aspecto brillante o barnizado (fig. 5.1). A este estado se llega normalmente por el continuo paso de animales o por la reutilización de la pieza como elemento constructivo, susceptible de ser pisado o frotado de forma frecuente. La mayoría de estos ejemplos están más allá de toda recuperación.
Disolución: casi exclusivo de las rocas de origen sedimentario, este tipo de degradación aparece principalmente sobre calcáreas: calizas, dolomías y margas. El frente del campo epigráfico retrocede, habitualmente de modo regular y constante hasta alcanzar el fondo del surco de las incisiones o el piqueteado (fig. 5.3).
Este tipo de inscripciones, siempre que quede un mínimo rastro de incisión, aunque esta no sea apreciable a simple vista, son altamente recuperables, ofreciendo resultados muy positivos (fig. 6, arriba). De nuevo se precisa el empleo de las herramientas de upsampling, tal y como hemos mencionado para el caso del abrasionado. En el caso de las inscripciones situadas en cuevas, el tratamiento es más complejo; la filtración de agua, en el caso de producirse, tiende a incidir de un modo local, produciendo tanto la mencionada disolución como la redeposición en forma de coladas estalagmíticas. El resultado es un aspecto amorfo de difícil recuperación.
Factores biológicos: Por último, debemos mencionar la acción que elementos biológicos como musgos y líquenes producen sobre la superficie. Además de la obvia pérdida de visibilidad por la coloración que provocan, estos elementos, junto con la tierra que retienen, tienden a consolidarse con el paso del tiempo, añadiendo una cantidad de material nada desdeñable. Los métodos invasivos de limpieza que puedan realizarse están fuera del ámbito de este estudio, por lo que solo podemos limitarnos a retirar todos los atributos de color que puedan dificultar la visualización y obrar del mismo modo que con la meteorización, aplicando un downsampling que permita suavizar estas imperfecciones.
Podríamos añadir un grupo extra para los diversos factores antrópicos ejercidos sobre las piezas, pero su número es casi infinito; desde el borrado a causa de una damnatio memoriae, al piqueteado para acercar su morfología a la de un sillar, a la aplicación de materiales constructivos como cementos o pinturas, hasta el continuo desgaste producido por maquinaria agrícola.
El color artificial
Es posible que, tras el paso anterior, y con una correcta iluminación, no precisemos realizar ninguna acción posterior. Sin embargo, para piezas profundamente erosionadas se puede proceder con un coloreado artificial mediante la herramienta Algebraic Point Set Surface (APSS)26. Tomando como punto de partida la nube densa de puntos orientados – oriented normals27 –, APSS genera una nueva superficie a través de una aproximación a los datos mediante mínimos cuadrados promedio (MLS), disminuyendo así el error cuadrático y el residuo; especialmente eficaz para reconstruir pequeñas variaciones en el relieve. Como complemento adicional, los vértices son etiquetados por colores según su orientación e inclinación de manera regular respecto a los adyacentes. Visualmente, esto nos permite diferenciar entre aquellas imperfecciones producidas por la meteorización del soporte de aquellos trazos incisos o piqueteados, realizados por lo general de una manera perpendicular al plano. El objetivo de esta herramienta, así como gran parte del resto, no es el que aquí le damos, por ello requieren un tiempo considerable para su calibración. De forma previa a la aplicación de este filtro la pieza debe estar correctamente orientada en el espacio, esto es, alineada con los ejes X, Y, Z, con especial atención a la profundidad.
Los valores susceptibles de manipulación en APSS se refieren a los umbrales de actuación del filtro. Resultaría muy extenso pormenorizar todas las posibles combinaciones y configuraciones aquí, pero pueden ser resumidas mediante la regla de que a valores más altos, se produce una actuación más agresiva sobre el soporte. Sin embargo, para un mejor resultado en APSS es preciso seleccionar el tipo de curvatura “approxmean” cuando estemos tratando con inscripciones.
Recomendamos utilizar esta herramienta junto con las anteriormente mencionadas Radiance Scalling y la iluminación dinámica hasta alcanzar el grado de visibilidad deseado.
Herramientas 2D auxiliares
Para algunos casos especialmente difíciles, existe una serie de actuaciones, menos establecidas o regladas, para intentar aumentar la legibilidad de la pieza. Nosotros utilizamos preferentemente Adobe Photoshop©, si bien hemos empleado en alguna ocasión Dstretch28, de modo completamente experimental. Dado que los productos gráficos obtenidos de las fases anteriores pueden ser traducidos a imágenes, podemos proyectar sobre ellas tratamientos bidimensionales “clásicos”, que casi siempre destinamos a fines divulgativos.
Entre las acciones que podemos realizar mediante Adobe Photoshop©, destacamos la herramienta de ajuste Camera Raw, con la que podemos recalibrar las propiedades de color, para realzar aquellos que resulten más relevantes, o Reemplazar Color, si queremos ajustar los tonos de base ofrecidos por Meshlab a nuestras necesidades.
De igual modo, la herramienta Dstretch, software gratuito bajo petición a su creador, puede aportar resultados interesantes. Si bien fue originalmente diseñada para detectar pigmentos presentes en el arte rupestre, debido a los atributos de color que poseen nuestras imágenes tratadas, este software ayuda a revelar aquellos que nos interesen atenuando el resto.
En algunas ocasiones todos nuestros esfuerzos resultan infructuosos, o alcanzamos “pequeñas victorias” como dotar, al menos, de nombre al difunto o al dedicante. Así sucede en una pieza de la desaparecida Augustobriga, emergida del embalse de Valdecañas durante una sequía, con una primera lectura de González Cordero29, sobre la que nosotros presentamos otra versión30 (fig. 6, abajo). Sin embargo, a pesar de la agresiva meteorización, la integridad de la pieza nos empuja a redoblar esfuerzos en este tipo de casos, que creemos en parte recuperables.
Es necesaria una correcta distribución de las herramientas descritas y los filtros empleados para obtener un efecto satisfactorio. Incluso obrando así, el resultado nunca puede considerarse cerrado, del mismo modo que las lecturas tradicionales tampoco han sido nunca definitivas. Cada equipo de trabajo sigue su propio método que, lejos de ser unitario y fijado, no para de evolucionar y diversificarse. Es por tanto necesario un acceso abierto a los resultados obtenidos, los objetos digitales y la metodología de registro empleada, mediante un repositorio digital que evite la pérdida de un volumen de datos que no cesa de aumentar.
El problema epistemológico
En otro lugar ya apuntamos el debate que suscita el empleo de estas tecnologías, esencialmente la aplicación “automática” de falso color, y alegamos cómo el factor humano continúa siendo decisivo, al menos dentro de nuestra metodología concreta31. El campo de las humanidades digitales avanza rápidamente y las distancias entre el investigador y los medios para responder a sus preguntas se dilatan, de tal modo que la imagen del humanista autosuficiente se diluye. La tan necesaria interdisciplinariedad no suele acarrear disputas si los resultados de las diferentes aproximaciones convergen en una hipótesis común, sin embargo, las fricciones afloran cuando esto no es así.
Podemos recordar algunos ejemplos cercanos en el tiempo de desavenencias entre las ciencias humanas e investigadores provenientes de disciplinas más “duras”. La datación del arte rupestre más antiguo de Europa mediante series de Uranio en algunas cuevas de la península ibérica, – Ardales, Maltravieso o La Pasiega –, adjudicaba estas obras al homo neanderthalensis32. Esto trajo consigo una fuerte reacción de una facción de arqueólogos europeos en varios artículos, donde se aducía, entre otros argumentos, la falta de bases arqueológicas para aseverar una edad dentro del Paleolítico medio para estos pigmentos33. Del otro lado de los Pirineos, la grotte Chauvet se encuentra envuelta en un debate similar; las fechas obtenidas mediante AMS (Espectrometría de Masas con Acelerador, por sus siglas en inglés, método más preciso que el radiocarbono para determinar la presencia de Carbono-14) pusieron en tela de juicio muchos de los asertos sobre el desarrollo gráfico de la Europa occidental. Es por todo ello que aquellas evidencias que cuestionan los paradigmas actuales se escrudiñan con detalle y sus puntos débilesson inmediatamente expuestos.
Durante 2018, otro debate adquirió similares proporciones en cuanto a difusión. En un diario español de tirada nacional se publicó una noticia con el impactante titular “Una invasión borró del mapa a los hombres de la península Ibérica hace 4.500 años”34. Esta investigación, realizada por medio de análisis genéticos y dirigida por la universidad de Harvard, provocó una gran reacción entre arqueólogos portugueses y españoles pertenecientes al ámbito de la Prehistoria reciente que desembocó en una carta abierta de amplio alcance. En esta réplica, redactada por F. Criado y secundada por 91 arqueólogos35, no solo se critica el lenguaje efectista empleado por el redactor de la noticia, sino que se posiciona de forma clara dentro del debate entre ciencia y arqueología. Uno de sus fragmentos dice lo siguiente:
“Aunque el desarrollo de la Arqueogenética es una de las novedades más potentes y de más profundo efecto de la llamada Tercera Revolución Científica en Arqueología, […] la validez de sus resultados dependerá siempre del conocimiento proporcionado por la Arqueología, en su concepción de ciencia social y humanística centrada en el estudio de la dimensión material de la conducta humana”36.
Los casos expuestos parecen un tanto extremos en comparación con el alcance del método que ofrecemos aquí. Ahora bien, los recientes estudios que introducen la AI mediante Machine Learning37 o Deep Learning38 suscitan nuevos debates cuando la inspección directa desaparece de la ecuación, o bien de la fase de recogida de datos. Recientemente, S. Orlandi39 ha realizado una lúcida reflexión en torno a estas herramientas. La autora recoge, de forma sistemática, algunos casos concretos, dentro de las ciencias de la Antigüedad, en los que, por ahora, el factor humano es indispensable. No solo eso, además pone el acento en “la capacidad de análisis, de reflexión y de crítica” necesarias para hacer válido cualquier conocimiento científico, así como para su efectiva divulgación social.
Otros investigadores han intentado obtener un cierto consenso en torno a este tipo de rápidas disrupciones del paradigma, concluyendo que el debate siempre ha sido una de las características necesarias del método científico40.
Por nuestra parte, solo podemos continuar observando y supervisando los progresos técnicos sin olvidar que la ciencia responde preguntas, ante la creciente tendencia en la que los métodos se convierten en fines en sí mismos.
Agradecimientos
Agradecemos a todos los colegas que han colaborado en los casos incluidos aquí, así como en otros que están en curso de estudio: Antonio González-Cordero, Francisco Pérez Solís, Eduardo Alfaro y Rubén Núñez Quesada.
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- White, R., Bosinski, G., Bourrillon, R., Clottes, J., Conkey, M.W., Corchón, M.S., Cortes-Sanchez, M., De La Rasilla, M., Delluc, B., Delluc, G., Feruglio, V., Floss, H., Foucher, P., Fritz, C., Fuentes, O., Garate, D., Gonzalez-Gomez, J., Gonzalez-Morales, M.R., González-Pumariega, M., Groenen, M., Jaubert, J., Martinez-Aguirre, M.A., Medina-Alcaide, M.A., Moro, O., Ontañón, R., Paillet-Man-Estier, E., Paillet, P., Petrognani, S., Pigeaud, R., Pinçon, G., Plassard, F., Ripoll, S., Rivero, O., Robert, E., Ruiz-Redondo, A., Ruiz Lopez, J.F., San Juan-Foucher, C., Sanchidrián, J.L., Sauvet, G., Simón-Vallejo, M.D., Tosello, G., Utrilla, P., Vialou, D. y Willis, M.D. (2020): “Still no archaeological evidence that Neanderthals created Iberian cave art”, Journal of Human Evolution, 144, Article nº 102640, 1-7 https://doi.org/10.1016/j.jhevol.2019.102640 (consultado el 30/10/2023).
Notes
- Vid. Sapirstein & Murray 2017.
- Atkinson 1968.
- Rivett 1983.
- Ogleby & Rivett 1985.
- Vázquez et al. 2018.
- Medici & Rossi 2015.
- Baptista et al. 2010.
- Cerrillo et al. 2019.
- González-Cordero et al. 2022.
- Aragoncillo & Triguero 2021.
- Pires et al. 2014.
- Ramírez et al. 2017.
- González-Cordero et al. 2022; Triguero et al. 2021; Aragoncillo & Triguero 2021; Gómez-Pantoja & Triguero 2021a, Gómez-Pantoja et al. 2019.
- Cignoni et al. 2008.
- Malla, mesh, maillage, ver en este volumen Comte & González Bordas, 16, n. 23 y Ganga, 53.
- Nube densa, dense cloud, nuage de points dense, nuvola densa, ver en este volumen Comte & González Bordas, 16, n. 24.
- Vid. Micheletti et al. 2015. Para un recorrido por las diferentes aplicaciones de esta técnica.
- Gómez-Pantoja & Triguero 2021a, 98-99.
- Sanguino y Michel 1996.
- Rascón & Sánchez-Montes 2020.
- Gómez-Pantoja 2003.
- Rascón & Sánchez-Montes 2020, 148.
- Ibid., p. 142.
- Vid. Gómez-Pantoja & Triguero 2021b, donde revisamos dos casos de epigrafía rupestre con las características mencionadas.
- -Vergne et al. 2010.
- Guennebaud & Gross 2007.
- Para las normales, ver en este volumen Comte & González Bordas, 16, n. 25.
- Harman 2015.
- González Cordero 2001, 141.
- Gómez-Pantoja & Triguero 2021a, 102.
- Gómez-Pantoja & Triguero 2021a, 102-103.
- Hoffmann et al. 2018.
- White et al. 2020.
- Ansede 2018.
- Criado 2018.
- Criado 2018.
- Eyharabide et al. 2022.
- Rizk et al. 2022.
- Orlandi 2019.
- Vid. Alcolea-González & González-Sainz 2015.